El ministro de Finanzas griego, Yorgos Papaconstantínu, anunció ayer en Atenas un ambicioso programa para combatir la evasión de impuestos, considerada la más alta en la Unión Europea (UE), y recaudar 11.800 millones de euros hasta 2013. El plan tiene por objetivo contribuir al saneamiento de las finanzas públicas helenas en un momento en el que los rumores sobre una posible reestructuración de su deuda está provocando que se dispare la prima de riesgo de la mayoría de los países periféricos de la UE. Sólo España parece que está logrando salvarse de este nuevo envite ya que ayer el diferencial del bono español a diez años con el alemán cayó por debajo de los 210 puntos básicos (100 puntos básicos equivalen a un 1% de interés adicional).

En un intento de atajar los ataques, Papaconstantínu dejó claro que "no hay posibilidad de que Grecia reestructure su deuda pública o que proceda a un corte de pelo (devolver menos dinero del que espera el inversor)".

En este contexto, defendió el plan contra el fraude fiscal que presentó ayer, ya que se calcula que entre el 25% y el 30% de la economía griega escapa al control del fisco. El programa previsto para combatir este mal a partir de 2011 tiene el objetivo de obtener 1.500 millones de euros este año, 4.400 millones en 2012 y 5.800 millones en 2013. Entre las acciones ya efectuadas en 2010 se registraron un millón y medio de infracciones, se confiscaron 555 yates que no habían sido declarados, se impusieron multas de 8,5 millones de euros a compañías y se localizaron 1.208 piscinas no declaradas, entre otros.

Por su parte, el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, negó que el rescate de Grecia diseñado hace ahora un año por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sea un fracaso y alertó de las consecuencias "devastadoras" que tendría para la estabilidad financiera de la eurozona la reestructuración de la deuda helena. Rehn insistió en que el Fondo de Rescate ha logrado "contener la crisis en el mercado de deuda pública a los tres países más vulnerables: Grecia, Irlanda y Portugal".

Sin embargo, el vicepresidente del Banco Central Europeo, Vitor Constancio, se mostró más autocrítico y reconoció que las medidas adoptadas hasta el momento "no han logrado convencer a los mercados".