Por fin llegó el viernes y se publicaron los "famosos" test de estrés del sistema financiero, al final se cumplieron los resultados y todos los bancos españoles lo pasaron, la mayoría con buena nota, y cinco cajas y grupos de cajas suspendieron, es decir, para pasar el peor de los escenarios según el Comité de Supervisores Financieros Europeos necesitan una inyección de capital de 2.043 millones de euros.

¿Pero en qué consisten los test de estrés y que implicación tiene para el ciudadano?

Una de las más graves consecuencias de la crisis financiera fueron los importantes problemas de muchos bancos, norteamericanos y europeos, para poder continuar su actividad ante la falta de liquidez, para que esto no ocurra, se ha realizado un examen a los bancos con un mismo procedimiento y a nivel europeo, para comprobar cómo responderían ante determinadas circunstancias adversas, tales como una caída del 19% de la bolsa, un descenso del 3% del PIB sobre las previsiones de los dos próximos años lo que conllevaría una bajada adicional de la bolsa hasta el 37% y un colapso del mercado de bonos, un punto controvertido ya que para los más críticos se ha sido bastante benévolo en este requisito, quizá el punto más peligroso y sensible en este momento como hemos podido ver en el caso de Grecia e incluso Portugal y España.

Las entidades que han suspendido son los que, sometidos a los tres escenarios, se quedarían con menos del 6% de su capital de fondos propios respecto al total del dinero que manejan, es decir, necesitarían dinero adicional para poder continuar con su actividad normal.

El debate, tras el resultado bastante positivo es si los requisitos de los test no han sido demasiado duros, para así conseguir que la mayoría de los bancos lo aprobaran. Pero el mismo viernes, frente a las voces críticas, por ejemplo BBVA y Santander que cotizan en el mercado norteamericano se comportaron bien a pesar de que el euro sí se resintió el viernes.

Para el ciudadano las implicaciones son más importantes de lo que parecen, las últimas subastas de deuda por ejemplo se consiguieron finalizar y a tipos más baratos que en las semanas anteriores, lo que significa que los intereses que se pagaran gracias a nuestros impuestos también serán más bajos, pero lo más importante, el saber que operamos con entidades solventes en el peor de los escenarios, que deberían de dejar de funcionar e inyectar liquidez a particulares y empresarios para conseguir la ansiada recuperación.

Las entidades tienen que ver más allá de estos resultados y no sólo limitarse a presumir de su buena situación, si no también a mover los engranajes financieros necesarios para que todo funcione, la morosidad sigue siendo un riesgo, pero para ello tenemos al Banco de España de gendarme implacable como lo demuestra la nueva circular que entrará en vigor en septiembre.

De momento sabemos que el "renovado" FROB tendrá que aportar otros 2.000 millones como mínimo, todo sea para afianzar un sistema financiero fuerte.