El G20 considera que el sector bancario debe pagar por el coste en el que incurren los Gobiernos cuando acuden a su rescate, si bien da libertad a los países para establecer una tasa bancaria con ese fin.

El G20, según un borrador de la declaración final de la cumbre al que tuvo acceso EFE, reconoce que existen "distintos planteamientos" para hacer que la banca "contribuya de manera justa y sustancial" a su propio rescate, y afirma que uno de ellos, aunque no el único, es el polémico impuesto bancario. Esta tasa, que ya ha sido establecida por algunos países, se había convertido en uno de los puntos de mayor discrepancia del G20, por la dura oposición mostrada por los países emergentes y también por Canadá, anfitrión del encuentro.

En general, las naciones en desarrollo argumentaban que sus sistemas bancarios no habían sido el germen de la grave crisis internacional registrada en 2008 y 2009, y que por tanto no tendrían que pagar por un rescate que no ha ocurrido. El comunicado final del G20, reunido desde el sábado en Toronto, salva las diferencias dejando a cada país la posibilidad de abordar sus propias medidas, siempre y cuando queden "protegidos los contribuyentes", permita "reducir los riesgos del sistema financiero" y no provoque "restricciones en el crédito". No obstante, deja claro que el sector financiero "debe hacer una contribución justa y sustancial para pagar la carga asociada a las intervenciones de los gobiernos". "Estamos comprometidos -dice el borrador- a diseñar y poner en marcha un sistema que nos dé las herramientas para resolver todos los tipos de crisis financieras, sin que los contribuyentes tengan que soportar, en último extremo, toda la carga".

El G20 apoya, por otro lado, las negociaciones que hay en marcha a nivel internacional en el Comité de Basilea para reforzar el capital de la banca, lo que se conoce como "Basilea III", y que obligará a la banca a contar con capital y recursos propios más saneados, y también a dotarse de una mayor liquidez. Con las nuevas exigencias, dice, los bancos "serán capaces de soportar, sin el apoyo extraordinario de los Gobiernos, las presiones asociadas a las crisis financieras". En términos generales, el G20 anima a los gobiernos a continuar con las reformas de sus sistemas financieros, tal y como se acordó en las cumbres de Washington, Londres y Pittsburgh. Pide que se imponga "a nivel internacional y de una manera consistente y no discriminatoria", una mayor regulación y transparencia a los mercados de derivados, a las agencias de calificación de riesgo, y a los fondos de alto riesgo, que estuvieron en el ojo del huracán durante la reciente crisis.

Consolidación fiscal

El G20 acordó una consolidación fiscal "diferenciada y ajustada a las circunstancias nacionales" de los países. El borrador comunicado del grupo refleja el compromiso de los "países desarrollados" del G20 de reducir el déficit "al menos a la mitad" para el año 2013 y de "estabilizar o reducir la deuda gubernamental como porcentaje del Producto Interior Bruto para el año 2016". El tema de la austeridad fiscal ha provocado tensiones en el seno del G20 que hasta ahora había dado muestras de una gran cohesión y que actuó al unísono a la hora de implementar medidas de estímulo económico para salir de la crisis. EE UU y los emergentes abogan por mantener ciertas medidas para reactivar la economía y advierten que la repentina retirada de los paquetes de estímulo podría frustrar la todavía frágil recuperación. Europa, por su parte, considera que el tiempo de los estímulos ha pasado y ha llegado ya el momento de la austeridad fiscal.