o me voy con pena, me voy satisfecho porque lo hago voluntariamente". Así definía ayer su estado de ánimo Antonio Fernández Valenzuela, que hoy presentará su renuncia a la presidencia de la Cámara de Comercio tras casi ocho años en el cargo. A pesar de que es su último día de trabajo en la institución, sigue despachando con todos sus colaboradores habituales, que van pasando por su mesa, uno detrás de otro, durante toda la mañana. La tarde, como siempre, la dedicará a sus negocios particulares.

"Es muy estricto en el trabajo y no te deja pasar una. Además, tiene un carácter muy fuerte, pero después es una persona muy agradable. Sé que siempre lo voy a tener ahí como amigo", asegura Inma Beltrán, su secretaria, mientras intenta descubrir qué papeles debe conservar y cuáles puede tirar a la basura entre el montón que trajo al Palas desde la antigua sede de la Cámara. Son ya cuatro los presidentes de los que ha recibido órdenes -además de Valenzuela, Luis Esteban, Emilio Vázquez Novo y Luis Díaz Alperi- y "al final te acostumbras a despedirte".

Mientras la secretaria está en estas tareas, al despacho presidencial entran, sucesivamente, el director gerente de la Cámara, José Forner; el director de Administración, Andrés Giner; el secretario general, Andrés Sevila; y el vocal José Tomás, el responsable del seguimiento de las obras de la nueva sede. "El presidente no es muy de pasearse por los departamentos. Generalmente entra directamente a su oficina y ahí va atendiendo los asuntos", afirma Javier Mondéjar, el jefe del Gabinete de Presidencia, para explicar la procesión. Mondéjar también cree que resulta muy sencillo trabajar con él porque es "organizado, tiene muchas tablas, sabe lo que quiere y, además, es muy profesional". José Forner se une a los elogios. "Sabe delegar, dialogar y llegar a acuerdos", resume su experiencia juntos. Forner también abandonará pronto la Cámara, el 1 de diciembre, para ser sustituido por Carlos Mazón, "aunque ese día pienso sentarme a su lado para explicarle todo lo que pueda".

No es hasta pasada la una del mediodía cuando Antonio Fernández Valenzuela se toma un respiro para comentar sus impresiones. Reconoce que sólo ha podido disfrutar "tres días" de las nuevas y flamantes instalaciones de la Cámara, pero no le importa "porque el objetivo ya está cumplido". Asegura que no piensa llevarse casi nada a casa, "sólo los puros y tres o cuatro fotos", la nostalgia no va con él. Tampoco el callarse su opinión. "A la provincia de Alicante ni se la ha tratado ni se la está tratando como corresponde", asegura preguntado por la vigencia de su famoso discurso en la Noche de la Economía Alicantina de 2007, cuando le sacó los colores al mismísimo presidente de la Generalitat, Francisco Camps. "La realidad es aún peor que las cifras que se han publicado", sostiene sobre el descenso de la inversión pública y la discriminación de la provincia con respecto a otras provincias. De su sucesor, José Enrique Garrigós, defiende que "merece el cargo, lleva muchos años trabajando por esta casa". Será a las cinco de esta tarde cuando el relevo se haga oficial, luego, Valenzuela afirma que no tendrá ya motivos para pisar de nuevo su despacho.