Mari Carmen Vélez iba para abogada pero por el camino se enamoró de la aventura empresarial que sus padres comenzaron hace ya más de 50 años y que hoy abandera el reconocido restaurante "La Sirena", de Petrer. Una empresa familiar que Mari Carmen, segunda de cinco hermanos, regenta desde hace ahora veinte años y de la que habla con una pasión y orgullo que se trasluce en cada una de sus palabras. Mari Carmen, en estrecha colaboración con sus cuatro hermanos, tomó así el testigo de sus padres, Antonio y Carmen, quienes fundaron la empresa, en sus inicios un negocio de venta al por mayor y menor de pescado en el que ya desde pequeños todos sus hijos estuvieron implicados de una u otra manera. "De niños nos gustaba echar una mano los fines de semana y cuando fuimos creciendo nos fuimos implicando también en temas como la contabilidad, pero desde siempre todos los hermanos hemos estado muy presentes dentro del negocio de nuestros padres", recuerda Mari Carmen.

El derribo del Mercado Central de Elda, donde la familia Vélez tenía su principal parada de venta de pescado, marcó un hito en la evolución de esta empresa familiar. "Mis padres siempre han sido muy emprendedores, pero mi madre especialmente tenía mucho empuje. Le gustaba mucho viajar, explorar las distintas gastronomías de España y del mundo, y planteó la idea de abrir una freiduría, como las que hay en Andalucía. Mi madre siempre ha sido una gran cocinera y de hecho proporcionaba recetas a los clientes de las pescaderías, además de cocinar el marisco", relata Mari Carmen. Así fue cómo empezó a crecer el negocio y el proyecto de "La Sirena". "Yo estaba estudiando Derecho cuando mi madre nos planteó esta visión de emplear el negocio, porque siempre han compartido con todos nosotros las decisiones empresariales, y en el año 1983 abrimos la freiduría con un éxito que nos llevó a plantearnos que aquello podía crecer y convertirse en un medio de vida, al margen de las pescaderías".

Con esta visión, e importando ideas de la gastronomía y restauración de otros países, nació la freiduría-marisquería "La Sirena", que este año acaba de celebrar su veinticinco aniversario. "Incluimos ya por aquel entonces un self-service de pescado, imitando los mercados de pescado de Tailandia, donde los clientes podían elegir la pieza que querían que se les preparara, y fue todo un éxito. Y poco a poco el negocio fue tomando forma hasta transformarse en un restaurante propiamente dicho. En aquel momento, ya me había empezado a enamorar de todo aquello, un mundo que curiosamente nada tenía que ver con mis estudios de Derecho y Economía pero que llevaba en la sangre. Así que colgué la carrera y, junto a mi marido, empecé a hacerme cargo del negocio. Él iba para ingeniero de Telecomunicaciones pero también se enamoró de todo esto, así que empezamos a aprender el negocio trabajando y formándonos con cursos del Centro de Desarrollo Turístico".

En 1989, Mari Carmen asumió la gerencia de "La Sirena", un negocio que comparte con sus cuatro hermanos. "Todos estamos implicados en la empresa y cada uno se ha ido especializando en una materia, ya sea postres, vinos... Una de nuestras máximas es la constante formación para nunca descuidar la profesionalización; todos asumimos que debemos estar reciclándonos continuamente, porque no por ser de la familia el nivel de exigencia es menor, todo lo contrario. Todos conocemos de arriba a abajo el negocio, desde cocinar un huevo frito a hacer un plan de viabilidad, y así es como debe ser", afirma.

Unos padres fundadores, cinco hermanos y una misma empresa... "Aunque somos cinco hermanos lo llevamos bastante bien. De hecho, ni siquiera tenemos firmado un protocolo familiar, simplemente porque por el momento nos organizamos bien y no lo consideramos necesario. Es un negocio que realmente hemos fraguado entre todos, junto a nuestros padres, y todos asumimos nuestras responsabilidades dentro de la empresa. Lo fundamental es la comunicación y compartir todas las decisiones y todos problemas. El papel de mi madre, como matriarca, también ha sido y es muy importante", explica Mari Carmen Vélez. De ella, y de su padre, fallecido este mismo año, ella y sus hermanos los valores que en el día a día aplican a la hora de llevar la empresa familiar: trabajo, esfuerzo, responsabilidad, constancia, el gusto por el detalle, el afán de mejorar..., además de un inmenso amor por la gastronomía.

Fruto de estos valores, el restaurante ha sido objeto a lo largo de los años de distintas mejoras y ampliaciones, incorporando una bodega, una innovadora barra para aperitivos, y una carta de gastronomía creativa, en la que Mari Carmen está especialmente implicada y que se suma a la tradicional, basada fundamentalmente en los pescados, mariscos y arroces.

La empresa está inmersa en estos momentos en un nuevo y ambicioso proyecto, que empezó a germinar a raíz de las demandas de los propios clientes. "Nos empezaron a demandar servicios de catering y organización de eventos, que el restaurante, con una capacidad para cien personas, no podía asumir. Nos planteamos entonces un nuevo proyecto, unas instalaciones de 7.000 metros cuadrados en el polígono Finca Lacy de Elda, destinado a la celebración de toda clase de eventos, con capacidad para 500 personas, con espacios que se pueden subdividir, jardines, aparcamiento... y que hemos bautizado como Quinta Lacy", explica Mari Carmen. Un proyecto ambicioso, con una inversión importante, pese a que nace en un contexto de crisis. "Obviamente, la crisis está ahí y también la acusamos, como todo el mundo, pero mantenemos toda nuestra plantilla y seguimos pudiendo asumir todas nuestras obligaciones. Este proyecto ha sido muy meditado y nace dentro de nuestra filosofía por mejorar y atender las demandas de nuestros clientes. Seguir invirtiendo e innovando, y no amilanarnos ante la crisis, es un factor que consideramos fundamental dentro de nuestra empresa. Y tenemos otros proyectos en el tintero, que haremos lo posible por desarrollar, poco a poco, quizá a paso lento pero seguro, como siempre hemos lo hemos hecho". De momento, y antes de su inauguración, ya tienen diversos eventos contratados y Quinta Lacy abrirá sus puertas a mediados de octubre para la celebración de su primera boda.