Vicenç Navarro señala la excepción escandinava a la crisis de la socialdemocracia, a pesar del reciente avance de la derecha ultra. La íntima unión entre la sociedad y su modelo político genera que en los países escandinavos los tipos de IRPF «del 70% para sueldos muy altos no escandalicen a nadie», según Hernández, y una identificación masiva con el estatus social de «clase trabajadora» pese a tener las rentas más altas de Europa. «Una cantidad notable de ciudadanos no buscan enriquecerse, aunque hay desde luego muchos ricos», añade Clemente Hernández.
Su modelo resiste en la era global porque los países son competitivos pese a los elevados costes laborales e impuestos gracias a la inversión constante en educación e innovación. «Con servicios de calidad propia e inteligencia te adaptas a la globalización. Sólo puedes competir manteniendo rentas altas si eres productivo», apunta el economista alicantino Antonio Mira-Perceval. Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia lo son.
Por contra, donde el trabajo no se distingue por calidad, se está obligado a competir con precio bajo y mano de obra barata. «Reiteré hace tiempo que lo último en España debían ser los recortes en educación», añade.
