Cuenta los meses que le quedan para jubilarse como ginecólogo, una profesión a la que lleva dedicado en cuerpo y alma desde el año 1968. Será en septiembre, pero Pedro Acién tiene pocas ganas de colgar la bata y dedicarse de lleno a la jubilación. «¿Tú sabes la cantidad de investigaciones y trabajos que tengo a medias?, ¿qué hago con ellos?», señala desde su despacho del Hospital de Sant Joan, centro en el que trabaja desde que abrió sus puertas hace más de 20 años. Por eso, trata de que la universidad le reconozca como profesor emérito y así seguir un tiempo más haciendo, aunque con muchas más limitaciones que ahora, lo que más le gusta. Mientras espera una respuesta sigue acudiendo todos los días a su puesto de trabajo pulcramente vestido -nunca le falta la corbata- y rodeándose de nuevas generaciones de médicos a los que enseña, con mucha seriedad y rigor, todo lo que sabe de una profesión de la que nunca se cansa de aprender.
