Dos temporadas y 458 millones de libras (526 millones de euros) invertidos después, Pep Guardiola ha conseguido este domingo el gran objetivo que marcó a su llegada a Inglaterra en verano de 2016: ganar la Premier League, y hacerlo con su fútbol.

El City cayó sorpresivamente en casa el pasado sábado ante el Manchester United (2-3), su rival de patio, y desperdició la posibilidad de celebrar el título ante sus aficionados.

Superada esa decepción y las dos derrotas a manos del Liverpool en los cuartos de final de la Liga de Campeones, el equipo de Guardiola hizo los deberes el sábado en Wembley, superó por un convincente 1-3 al Tottenham Hotspur y se limitó a esperar un tropiezo de los de José Mourinho.

Dos 'match ball' tenía el United para intentar aplazar todo lo posible el alirón de sus vecinos: el primero este sábado en casa ante el West Bromwich Albion, el último clasificado de la tabla, y el segundo el próximo miércoles a domicilio contra el Bournemouth.

No hizo falta esperar hasta el miércoles, ya que los 'Baggies' dieron una de las sorpresas de la temporada y asaltaron este sábado el estadio de Old Trafford gracias a un gol del delantero Jay Rodríguez (0-1) y entregaron la Premier League en bandeja a los 'celestes', que se coronaron como nuevos reyes de Inglaterra sin jugar.

La segunda campaña de Pep en las islas ha sido plácida en lo futbolístico, con dominio absoluto de la competición desde el arranque hasta el final -tiene 16 puntos de ventaja sobre el segundo a falta de cinco partidos-, pero movida y polémica en lo personal; sobre todo por la decisión de lucir en su vestimenta durante los partidos y ruedas de prensa el controvertido lazo amarillo.