El Atlético de Madrid completó por sexto curso seguido su objetivo ineludible del pase a la Liga de Campeones con una victoria de pegada contra el Levante, doblegado por los goles de Ángel Correa, Antoine Griezmann y Fernando Torres, por el buen partido de Vitolo y por la practicidad del bloque rojiblanco.

Aunque ayer entrar en la 'Champions' parece un desafío mínimo, que se da ya casi por hecho en los pronósticos y más aún con el avance de cada temporada, no lo era hace menos de una década, cuando más que una norma, como es ahora, era una excepción. Desde 1998 a 2012, por ejemplo, el Atlético sólo disputó dos veces el máximo torneo.

Porque el conjunto valenciano siempre plantó cara, con alguna aparición por el área contraria, sin rematador certero, como el cabezazo que peinó Roger o unas cuantas contras; y merodeó con cierta asiduidad por los alrededores de Oblak, pero al que apenas exigió lanzarse al suelo, en cualquier caso, en una sola ocasión.

Un partido que ya se ha visto muchas veces en el Atlético, que controla esas situaciones con más soltura de la que aparenta desde fuera y que, encima, se siente mucho mejor cuando contraataca. Lo hizo una vez antes del descanso, con un pase de Lucas a la carrera de Griezmann, que controló un pelín largo y que terminó en el suelo en una acción que pareció penalti. No lo fue para el árbitro, que amonestó al francés.

No dio más margen a las dudas el Atlético en el segundo tiempo, con el decimoctavo gol en sus últimos dieciocho partidos de Griezmann, una preciosa volea que culminó una bonita jugada, desde la visión de Koke, hoy por el medio, en el envío hacia la banda y el centro de primeras de Sime Vrsaljko hasta el golazo: el 2-0 (m. 49).

El último servicio del partido del internacional francés, aclamado por el público cuando fue reemplazado un rato después por Fernando Torres.