La hazaña lograda el martes por el Roma, que eliminó al Barcelona de la Liga de campeones al imponerse por 3-0 en casa tras el 1-4 de la ida, fue una obra maestra del técnico Eusebio Di Francesco, cuya apuesta táctica anuló al conjunto azulgrana. El Roma dominó la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones y arrolló 3-0 al Barcelona con goles del bosnio Edin Dzeko, el italiano Daniele De Rossi y el griego Kostas Manolas, lo que le permitió volver a las semifinales de la Copa de Europa 34 años después.

El entrenador del conjunto «giallorosso» entendió que el 4-3-3, su esquema táctico habitual, no era suficiente para contener el talento ofensivo del Barcelona y sus combinaciones en el centro del campo y por eso decidió revolucionar el planteamiento de su equipo.

Cambió la disposición en el campo de las piezas, pero mantuvo la filosofía de juego, basada en la presión feroz en el campo del rival y en la circulación rápida del balón, tal y como admitió en la rueda de prensa ofrecida tras el encuentro.

Así, Di Francesco apostó el martes por un 3-5-2, con una línea defensiva de tres, formada por el argentino Federico Fazio, Manolas y el brasileño Juan Jesus, y con los laterales Alessandro Florenzi y el serbio Aleksandar Kolarov que actuaron en posición ligeramente más adelantada.

Recuperó el liderazgo del belga Radja Nainggolan, que se perdió la ida por lesión, y le alineó al lado del capitán, De Rossi, y del holandés Kevin Strootman, detrás de una delantera inédita.

Sin el argentino Diego Perotti y con el turco Cengiz Under tocado, Di Francesco decidió dar paso al checo Patrick Schick, fichaje estrella del pasado mercado veraniego, fichado procedente del Sampdoria por 40 millones de euros, al lado de Dzeko.

Era una apuesta arriesgada ya que la plantilla «giallorossa» llevaba ya varios meses acostumbrada a las dinámicas tácticas del 4-3-3, pero dio enormes dividendos a los romanos y anuló completamente al Barcelona.

El esquema de Di Francesco permitió al Roma presionar en posición muy adelantada al Barcelona, quitando pases fáciles entre el meta alemán Ter Stegen y sus defensas, lo que le obligaba a dar muchos pases largos y altos.

El Barcelona no se sintió cómodo en el campo, al no poder empezar sus acciones desde atrás, y los balones largos lanzados desde la defensa eran de fácil gestión para los zagueros romanos, que contaban con mucha más fuerza física y habilidad área con respecto al argentino Lionel Messi y el uruguayo Luis Suárez.

Además, la línea del centro del campo de cinco le dio al Roma superioridad numérica en una zona clave para las tácticas ofensivas de unos azulgrana que apenas se acercaron a la portería del brasileño Alisson Becker, y de forma muy tímida. Lo intentó el español Sergi Roberto en el minuto 5 y Leo Messi con varias faltas directas y un disparo de pierna zurda centrado que no crearon problemas a la defensa romana.

Por otro lado, el Roma pudo gestionar la posesión del balón con calidad y dar muchos pases largos para que Dzeko y Schick aprovecharan su fuerza física y aérea.

Fue el triunfo táctico de Di Francesco, que aprovechó al máximo las aptitudes de sus jugadores para poner en apuros a un Barcelona que nunca tuvo opción de hacer las jugadas a las que está acostumbrado, tal y como admitió el técnico Ernesto Valverde en rueda de prensa tras su primera gran derrota en el banquillo azulgrana.

El cambio de esquema táctico era un riesgo significativo para un equipo que en el pasado había sufrido durísimas derrotas contra los grandes clubes de Europa, como un 1-7 contra el Manchester United y el Bayern o un 1-6 precisamente contra el Barcelona. En esta ocasión, la apuesta de Di Francesco tuvo un dulce premio y lanzó al Roma hacia un milagro deportivo que se quedará en su historia.