La decisión adoptada hace algo más de un mes de escoger a Mario Barrera como relevo de Jose Galiana al frente del banquillo del Alcoyano ha dado resultado positivo. El entrenador argentino, pese a carecer de experiencia a pie de campo, ha demostrado capacidad para gestionar el vestuario aportando, además, equilibrio al juego colectivo que se ha traducido en la consecución de los puntos necesarios (siete) para distanciarse de la zona de descenso a Tercera División.

Barrera, respaldado apenas por cuatro días de trabajo, cedió la primera y única derrota en el Camp d'Esports contra el Lleida, por aquel entonces el equipo más en forma del grupo III. El empate resultó ser el denominador común de los cuatro encuentros siguientes (Elche, Olot, Sabadell y Badalona), aunque, exceptuando la segunda parte en el municipal de Olot, el equipo se hizo acreedor de una recompensa mayor. Punto y aparte merece el último duelo frente al colista Deportivo Aragón. La pésima imagen del primer acto, unido al segundo gol aragonés nada más arrancar el segundo, puso en pie de guerra a la afición. Barrera, no obstante, aleccionó a los suyos en el período mostrando el camino de la remontada para sellar su primera victoria, fundamental de cara a la salvación.

Con todo, si en algo ha destacado Mario Barrera es por contrarrestar los múltiples contratiempos en forma de lesiones y sanciones. Nunca ha dispuesto de la plantilla al completo ni de la posibilidad de repetir alineación. Contra el colista, por ejemplo, perdió al extremo Roberto Alarcón -iba a ser titular- en la última sesión, mientras que nada más arrancar el choque el central Cristian Galas solicitó el cambio por una rotura de fibras.