El Abierto de Australia pone en marcha hoy el Grand Slam con apenas dos semanas de competición en 2018, plato fuerte un año más a las primeras de cambio que retoma el orden restablecido por los dos mejores tenistas de la historia, Roger Federer y Rafa Nadal, dispuestos a seguir al mando ante el desafío de nuevas generaciones que representan jugadores como el búlgaro Dimitrov y el alemán Zverev.

Hace un año, el suizo y el español llegaban a Melbourne como dos viejas glorias, inactivos durante meses por lesiones recurrentes, a la sombra de Andy Murray y Novak Djokovic. Sin embargo, Federer se apuntó una final de infarto a cinco sets ante Nadal y ambos reclamaron sus dominios en el tenis mundial durante todo el año.

El balear, que debuta esta mañana (9,00) ante el dominicano Víctor Estrella, terminó 2017 como número uno, con seis títulos y alcanzando los 16 «grandes». El de Basilea ganó en siete torneos y estiró su leyenda a los 19 títulos de Grand Slam. Cambió de arriba a abajo el escenario o hizo un regreso al pasado, en medio de una plaga de lesiones que sigue marcando la actualidad del circuito de la ATP.

El propio Nadal no escapó a la quema. El de Manacor regresa a Australia con las dudas de una vieja conocida, la lesión de rodilla. Otro parón que superar pero mucho más breve esta vez y con el buen recuerdo de su nivel en 2017. Un año para enmarcar entre sus mejores, a pesar de que la exigencia le terminó pasando factura y retrasó varias su puesta a punto para la nueva temporada.

Tras ausentarse en Abu Dhabi y Brisbane, el campeón de Australia en 2009 apuró su recuperación, con buenas sensaciones en el Tie Break Tens y un último ensayo el viernes ante Thiem. Para encontrar ritmo y progresar en esa carga de trabajo, el balear salió favorecido en el sorteo del cuadro al esquivar a Djokovic y Wawrinka.