La selección española femenina de balonmano cumplió con los deberes y dio un paso fundamental para estar en los octavos de final, tras imponerse ayer por 28-24 a Angola, en el estreno de las Guerreras en el Mundial de Alemania.

Una victoria que el renovado conjunto español, que presenta en sus filas seis debutantes en una gran competición internacional, no comenzó a cimentar hasta que logró controlar los movimientos de la imponente pivote angoleña Albertina Kassoma.

Esta circunstancia supo explotarla especialmente la lateral izquierda Magda Cazanga, que se convirtió en todo momento en un enigma irresoluble para el equipo español, como confirman los seis tantos que firmó la angoleña en el primer tiempo.

El problema obligó a reaccionar al banquillo español, que tuvo que recurrir a los centímetros de Eli Chávez, el «techo» de la selección, para controlar definitivamente las circulaciones de Kassoma.

Igualada la batalla física en la línea de seis metros, la selección española no sólo pudo controlar a la pivota angoleña, sino que además tuvo la capacidad para salir a tocar a las lanzadoras angoleñas, que bajo presión, bajaron notablemente su efectividad.

Un hecho que España no desaprovechó para dar un tirón en el marcador, en el que las de Carlos Viver se situaron con una ventaja de cinco goles (15-10) a los 24 minutos, tras aprovechar muy bien dos superioridades numéricas.

Pero cuando todo parecía encaminado para una cómoda victoria de la selección, España demostró que, al menos, a día de hoy, existe una notable diferencia entre el equipo titular y la segunda unidad.

Así, bastó que Viver diera unos minutos de descanso a jugadoras como Carmen Martín y Alexandrina Cabral, para que Angola con un parcial de 0-3 volviese a meterse de nuevo de lleno en el encuentro como reflejó el 15-13 con el que concluyó la primera mitad.

Una diferencia que Angola redujo todavía más al inicio del segundo tiempo, hasta situarse a tan sólo un gol (17-16) de distancia, aunque las africanas nunca pudieron lograr igualar el tanteador. Gracias, en gran medida, al cambio de defensa propuesto por el seleccionador español, que apostó por una defensa avanzada 5-1, que acabó por cerrar definitivamente todos los espacios.