El corredor alicantino Joaquín Candel ofrecerá el próximo sábado una charla en la que contará su experiencia tras participar en la prueba 6633 Artic Ultra, una de las más duras del mundo por sus extremas condiciones, cómo soportar temperaturas a menos 40 grados y vientos helados. Candel es el primer español que logró acabar esta carrera en la que ocupó el quinto lugar tras competir con otros 21 deportistas de todo el mundo.

En los últimos diez años solo 24 corredores han logrado llegar a la meta. Joaquín Candel ofrece esta charla tras visitar Alicante por primera vez desde que finalizó la prueba, ya que su lugar de residencia habitual es Las Vegas (EE UU). El acto tendrá lugar en el Centro Imaginalia de Alicante a las 12.00 del mediodía bajo el título «Sueños, ilusiones, running y trineos a 40 bajo cero». El objetivo del corredor es narrar los detalles más relevantes de esta carrera que se desarrolla a lo largo de 560 kilómetros, desde el Círculo Ártico al Océano Ártico.

Tras lograr llegar a la meta, Candel confesó que las últimas doce horas fueron las más duras, ya que luchó contra el riesgo de congelación de los dedos de una mano. Durante ocho días el atleta arrastró un trineo de 27 kilos de peso donde llevaba los enseres necesarios para sobrevivir. El deportista alicantino no descarta enfrentarse a próximos desafíos a pesar de que declaró que en la 6633 Artic Ultra había encontrado su límite como corredor. «Me lo he pensado mejor y ahora estoy buscando objetivos que me motiven, tanto en circunstancias de frío como de calor», señala el deportista alicantino.

Piloto aeronáutico de profesión, Joaquín marchó temporalmente a Los Ángeles para completar sus estudios y ya lleva 24 años compaginando sus dos pasiones, los aviones y el deporte extremo. Tan extremo como correr durante ocho días arrastrando un trineo a 40 y 50 grados bajo cero. «Tenía que llevar una máscara para respirar y así evitar que ese aire congelado entrara directamente en los pulmones», relata el corredor, que aunque en su día tenía claro que no volvería a exponer el cuerpo a esas condiciones, ya cuenta las horas por motivarse con una prueba.

¿Secuelas?

«Ninguna. Varios de los que terminaron acabaron en el hospital por congelaciones en las extremidades, pero yo sólo tenía unas ampollas en el pie que se curaron solas. Tardé mes y medio en volver a correr, sólo podía andar».

¿Pensó en abandonar?

«Una noche cometí un error porque apreté demasiado y empecé a sudar. Descuidé las manos cuando nunca debes tenerlas al descubierto porque se te queman. Se me quedaron como témpanos de hielo y llevaba los guantes mojados. Pensé en dejar la carrera porque podía quedarme sin los diez dedos de las manos. Tuve que utilizar unos calcetines sucios para poder calentármelas y no abandonar».