El Atlético de Madrid, empatado en la primera jornada en Roma y doblegado en la segunda por el Chelsea, retoma este miércoles la Liga de Campeones sin margen de error, limitado al mínimo en su visita al Qarabag en Baku, donde el triunfo es indispensable para depender de sí mismo para el acceso a octavos.

Con sólo un punto en dos jornadas, a cinco del Chelsea, ganador de sus dos choques, y a tres del Roma, vencedor la anterior cita en Azerbaiyán, todo lo que no sea un triunfo supondrá un paso atrás, nunca definitivo, pero sí más que inquietante para el conjunto rojiblanco, el subcampeón en dos de las últimas cuatro ediciones.

Tres partidos consecutivos sin ganar (1-2 con el Chelsea, 0-0 en Leganés y 1-1 con el Barcelona, el pasado sábado, por ese orden), sólo cuatro triunfos en sus últimos diez partidos de la Liga de Campeones y la superioridad del Chelsea en su anterior duelo en el máximo torneo europeo también presionan con dudas al Atlético, necesitado de una reafirmación en una competición que ansía siempre. El Olímpico de Baku, el estadio que optó y perdió con el Wanda Metropolitano como sede de la final de la Liga de Campeones de 2019, examina de nuevo en ese sentido al Atlético, que sólo ha perdido en uno de sus últimos 23 encuentros como visitante, pero que, a la vez, ha concedido doce igualadas en esa serie de duelos a domicilio.

Y el empate no es válido hoy en Baku, donde el equipo rojiblanco adelantó su viaje al lunes, por la distancia, y donde el argentino Diego Simeone, sin bajas por lesión ni sanción, ha desplazado a 20 jugadores.