La atleta cántabra Ruth Beitia, campeona de altura en los Juegos de Río 2016, inscribió su nombre en la lista de afectados por la resaca olímpica en los Mundiales de Londres y cerró su actuación en el puesto, para ella insólito, de colista: duodécima con una marca de 1,88. Cuatro años después de sufrir en los Juegos de Londres una decepción que la llevó a emprender un adiós del que felizmente se desdijo, Ruth Beitia, la mejor atleta española de todos los tiempos, ha vuelto a experimentar la cruz del atletismo en la capital británica. Se enfrentaba con 38 años a sus octavos y, probablemente -aunque ella no lo confiese-, últimos Mundiales, como Usain Bolt, de forma que han sido la despedida del más grande de todos los tiempos y pueden serlo también de la mejor atleta española de la historia.

Su cuerpo, erosionado a lo largo de 28 años de competición (tiene marcas registradas desde que tenía 10, cuando saltaba 1,29), empieza a emitir señales inequívocas de agotamiento. En la ronda de clasificación estuvo en un tris de quedarse fuera. Necesitó agotar sus tres intentos para superar la barra en 1,92, pero lo consiguió para estar, por sexta vez, en la final de unos Mundiales.

Abrió la final en 1,84 y prosiguió con 1,88, ambas al primer intento. Las doce finalistas superaron las dos alturas. En la siguiente, 1,92, terminó el concurso para Beitia. Todas sus rivales superaron esa altura, pero ella no.