Le costó a Nadal encontrar el punto al partido. Supera una pelota de break en el tercer juego y, en el cuarto, con servicio de Wawrinka, desperdicia cuatro roturas. En cuanto le rompió en el sexto juego, todo fue coser y cantar.

Wawrinka se hundió con la pérdida de forma consecutiva de siete juegos, desde el quinto del primer set al tercero del segundo. Fueron los mejores momentos de Nadal, que le puso una marcha más a un partido que corría peligro si dejaba jugar a su rival.

Como le sucede en muchas ocasiones, el tenista sueco se suele ir de los partidos si no se desenvuelven a su gusto. Ante Murray, en semifinales, vio que luchando podía alcanzar la victoria, pero ante Nadal en tierra se dio cuenta a las primeras de cambio que no le podía jugar de tú a tú.