Real Madrid y Barcelona protagonizan hoy (20.45/Movistar Partidazo) el gran clásico del fútbol español en el Santiago Bernabéu, decisivo para el título de LaLiga Santander, con los madridistas ante la posibilidad de asestar el golpe definitivo ante su afición al eterno rival, que está obligado a ganar para prolongar el pulso.

El Real Madrid, crecido tras eliminar al Bayern Múnich de la Liga de Campeones, tiene en su mano dar un paso de gigante hacia su gran objetivo del curso, volver a reinar en la Liga, en un escenario soñado, ante su gran rival, al que puede ver perder todos los títulos grandes en cinco días.

El entrenador blanco, Zinedine Zidane sabe que es el momento deseado por cualquier madridista e intenta rebajar la presión, quitar importancia al duelo, convertirlo en uno más. Pero es consciente de que su primer clásico como técnico madridista en el Santiago Bernabéu, no lo es.

Huye del favoritismo y de la importancia del aspecto anímico. El fútbol es un estado de ánimo y su equipo, cansado por el desgaste de la prórroga ante el Bayern, llega lanzado a un momento clave.

Vuelve Gareth Bale, recuperado de su séptima lesión de sóleo, y obliga a Zidane a decidir. Apostar por el extremo galés le condiciona a regresar al 4-3-3 y volver a mandar al banquillo a Isco Alarcón en un momento excelente. También Marco Asensio ha presentado con brillantez su candidatura a la titularidad.

Al Barça solo le sirve la victoria en el Bernabéu. Ganar y esperar o perder y despedirse de la Liga. No tiene ningún margen de error en casa del gran enemigo, donde, sin Neymar, sancionado, buscará apurar sus opciones en el último clásico de Luis Enrique.

Su irregularidad le ha llevado a este punto. Sus resultados, especialmente como visitante, le han conducido al límite. En el clásico se disiparán prácticamente todas las dudas. Tienen tres puntos y un partido menos que un Real Madrid que aún tiene pendiente su choque contra el Celta.

Saben los barcelonistas que están ante su única oportunidad, unos días después de haber quedado eliminados de la Liga de Campeones a manos del Juventus -una eliminatoria en la que no marcó ni un gol-, por lo que necesitan superar este mal momento para no quedarse únicamente con la Copa como objetivo.

Será especial el partido para todo el equipo, pero en concreto para Leo Messi, que hace tres años que no marca al Real Madrid -la última vez que lo consiguió fue el 23 de marzo de 2014 cuando consiguió un triplete en el 3-4 logrado por el Barça del Tata Martino-, pero que sigue siendo el máximo goleador de los clásicos con 21 tantos en 33 duelos, tres más que el mítico Alfredo di Stefano.

Por su parte, el TAD no concedió ayer la cautelar a Neymar, expulsado en Málaga y sancionado con tres partidos, y Luis Enrique improvisará su delantera, probablemente con Paco Alcácer.