Ramón Rodríguez, Monchi, llegó al Sevilla hace tres décadas para ser portero de un equipo que atravesaba por problemas deportivos y económicos pero que, al acabar su etapa de jugador y empezar en la dirección deportiva, acumuló nueve títulos y unas cuentas saneadas con la política de «vender para crecer».

La falta de ingresos que tienen los grandes clubes europeos, el Sevilla la contrarrestó con una novedosa política de vender a precios millonarios sus activos futbolísticos y reinventar cada curso el proyecto con adquisiciones de jugadores desconocidos o a la baja que se hacían protagonistas en el equipo de Nervión.

Así, con la primera venta millonaria de José Antonio Reyes al Arsenal, con Monchi como director deportivo, Joaquín Caparrós como entrenador y José María del Nido como presidente, empezó un carrusel que no ha parado.

Otros canteranos, como Sergio Ramos, Diego Capel, Jesús Navas o Alberto Moreno, dieron una gran plusvalía a lo invertido en los jóvenes valores que se crean en la ciudad deportiva.

Paralelo a ello, compras de jugadores desconocidos, como los brasileños Dani Alves, Adriano Correia, Julio Baptista, se vendieron posteriormente por grandes cantidades.

Se mantuvo la dinámica con otros traspasos recientes, casos de Iván Rakitic, Luis Fabiano, Carlos Bacca, Aleix Vidal, Kevin Gameiro o Grzegorz Krychowiak, lo que siempre trajo beneficios a las arcas del club sin que el progreso en lo deportivo decreciera.

Monchi intentó en varias ocasiones dejar un cargo de enorme responsabilidad y así incluso firmó un contrato con el Almería para ser su director deportivo, aunque recapacitó posteriormente y lo rescindió antes de iniciar la temporada.

A la conclusión de la pasada campaña anunció que necesitaba descansar y tomarse un año sabático, aunque finalmente fue convencido otra vez por los dirigentes del Sevilla y continuó en ésta, que sí ha sido la definitiva. Ahora se abre la incógnita de qué será del Sevilla sin Monchi.