¿Qué se le pide a una persona para participar en una carrera como la 6633 Artic Ultra?

Te hacen unas pruebas para ver que puedes aguantar con el equipo mínimo de supervivencia. Quieren comprobar que eres bueno haciendo fuegos en la nieve y montando tiendas de campaña. Tras superar esto nos subieron a unos todoterrenos con las maletas y los trineos y tardamos dos días en llegar a una ciudad de Canadá llamada Dawson. Al día siguiente nos llevaron a un pueblo en el que vivían nueve personas. Fue el último lugar con abastecimiento hasta que llegamos al círculo polar ártico.

¿Y allí que hicieron?

Desde la puerta de un motel empezamos ocho días de carrera en los que nos pidieron que fuéramos autosuficientes. Recorrimos un total de 563 kilómetros y sólo había dos puestos de abastecimiento, cada 240 kilómetros. A la organización le dimos dos bolsas de seis kilos con ropa, comida y combustible para el hornillo. Si te entraba sed a mitad de la carrera tenías que fundir la nieve. Ellos únicamente te proporcionan agua caliente y fría y calefacción para secar la ropa.

¿Cuál fue el momento de mayor dureza durante la prueba?

Tenía entendido que la dureza estaba en la temperatura. Por eso iba preparado para meterme a 50 y 60 grados bajo cero. Lo que no esperaba era tener que subir puertos de montaña. En dos días te destrozas las piernas para el resto de la carrera. En estas pruebas el logro no es conseguir un buen puesto, con acabar ya es suficiente. Empezamos 21 participantes y sólo llegamos siete a meta. Los compañeros iban cayendo como moscas.

¿Usted pensó en abandonar?

Una noche cometí un error porque apreté demasiado y empecé a sudar más de lo normal. Descuidé las manos cuando nunca debes tenerlas al descubierto porque se te queman. Se me quedaron como témpanos de hielo y llevaba los guantes mojados. Pensé en dejar la carrera porque vi que podía quedarme sin los diez dedos de las manos. Tuve que utilizar unos calcetines sucios como guantes para conservar los dedos.

¿Cómo hizo para alimentarse los ocho días de carrera?

Comíamos dos veces al día: barritas energéticas, mucho chocolate, carne seca y salmón ahumado. La comida más fuerte llegaba cuando alcanzábamos el puesto de control. Eran alimentos liofilizados, unos paquetes que contenían 800 calorías. En esos puntos estábamos entre cuatro y ocho horas, en las que nos alimentábamos, secábamos la ropa y dormíamos un rato. Al despertar nos vestíamos en 20 minutos, volvíamos a comer y empezábamos un nuevo tramo. Pasaban entre 12 y 26 horas hasta llegar al siguiente puesto.

¿Cómo le dio por esto?

Soy piloto de aviones y en 2012 pasé varias semanas con compañeros que estaban preparando maratones. Empecé por hacer medio, luego otro completo y me fueron llamando la atención las largas distancias. Así que pasé a los ultramaratones. Mi sueño era participar en la Badwater, en el Valle de la Muerte de California. Para competir en ella te piden que antes lo hayas hecho en otras pruebas de gran dificultad.

Antes hablaba de que la organización le pidió hacer fuego y montar una tienda de campaña, pero habrá más requisitos...

Lo que ellos quieren saber es que no eres un loco que te acabas de levantar del sofá y que te ha dado por hacer esto. Comprueban que seas capaz de aguantar ocho días corriendo y soportando bajas temperaturas. Sobre todo buscan evitar a toda costa que haya muertos. Puedes pasar más de diez horas sin ver a nadie. Si tienes un accidente y eres incapaz de moverte, debes saber sobrevivir 24 horas porque antes no van a venir a buscarte.

¿Cuál era el perfil del resto de los participantes en la prueba?

Muchos de ellos habían hecho triatlones pero ninguno es profesional porque aquí no hay premios económicos. Uno era abogado, varios empresarios y muchos exmilitares. Todos se lo toman muy en serio, no puede ser de otra forma. Para nosotros es como alcanzar la cima del Everest, una gran satisfacción personal. Acabar en quinta posición me importaba un pepino, lo importante era llegar a la meta.

¿Qué otras pruebas ha hecho y cuáles son los próximos retos?

El año pasado hice una prueba de 480 kilómetros en Canadá. En vez de por carretera, era por caminos de nieve, ríos congelados y lagos, a temperaturas de 30 bajo cero. Aquella experiencia me ayudó mucho para este reto. Ahora quiero estar con mi familia, tengo tres hijos y los he echado mucho de menos. El siguiente objetivo será el de hacer el Camino de Santiago en diez días, corriendo desde Lourdes.