Un gol del argentino Nicolás Gaitán en el minuto 8 evitó otra decepción del Atlético de Madrid, desdibujado todo el partido, encomendado a ese tanto, a algún contragolpe y a la nulidad rematadora del Betis para sumar tres puntos en el Vicente Calderón, mientras recompone una versión más cercana a su nivel.

El resultado fue indudablemente lo mejor del equipo rojiblanco, subido a una racha en la Liga de muchos más puntos, nueve de nueve posibles, que de juego, de nuevo repleto de dudas, de nuevo al ritmo que le marcó su adversario, un Betis al que le sobró dominio del balón y le faltó pegada, toda la que tuvo el Atlético.

Porque no hay muchas diferencias entre el Atlético de noviembre y diciembre, el que sumó más derrotas que victorias en la Liga, y el actual, pero sí hay una fundamental: la efectividad arriba. Si antes la primera ocasión del choque, casi siempre suya, iba fuera, ahora es gol. Con todo lo que supone eso para el equipo rojiblanco. Le ha ocurrido en las últimas tres jornadas del campeonato, contra Las Palmas, el Eibar y el Betis.