¿Qué me dirían si en los últimos seis años han pasado por un coma inducido, han mirado a la muerte de frente y tras una dura y larga recuperación consiguen ganar el Internacional de España de Pitch and Putt? Eso es el resumen de lo que le ha ocurrido a Juan Manuel Leal. Este joven, hándicap cero, afincado en Alicante, ganó la semana pasada el Internacional de España de P&P en el Campo de Elche, dejando cada vez más atrás su dura historia, la cual relata el mismo en este artículo y que sin duda es muy interesante de leer.

El accidente fue en la madrugada del 12 de junio del 2010. Me encontraba en el paseo virgen del puerto, (cerca de Príncipe Pío en Madrid) parado en un semáforo que estaba rojo, cuando pasó a verde, inicié la marcha con cautela, debido a que estaba lloviznando y con una moto, cualquier línea del paso de peatones me podía hacer caer. En ese momento, un vehículo a toda velocidad, los testigos declararon que iba a unos 80km/h, me embistió brutalmente. Debido al golpe, salí disparado unos 20-30 metros. El coche también me atropelló cuando estaba en el suelo.

La persona que me atropelló declaró no haberme visto y que notó únicamente que el coche se levantaba del suelo. Resultado de todo esto; un cuerpo destrozado y un coma inducido de 15 días y respiración artificial. La amnesia me ha hecho tener solo algún vago recuerdo desde que oigo llegar la ambulancia, pasados unos minutos del accidente, hasta que desperté del coma.

Según los informes médicos y mis padres sé casi todo lo que ocurrió en esas 48 horas antes del coma. Lo primero interesante para contar fue que recién llegado al hospital, no quise dar ningún teléfono al menos en la primera hora, debido a que no quería dar ese disgusto a mis familiares y no paraba de repetir que estaba bien, que había sido un golpe fuerte y ya está. Al fin dí el teléfono y mis padres llegaron al hospital.

Fueron horas muy difíciles y el hecho de no querer quejarme porque mi madre estaba a mi lado y hacerme el fuerte, me hizo casualmente justo en el filo de las 48 horas tener una crisis muy grande y por muy poco me voy. Estuvieron durante esas horas más de 15 médicos y demás personal médico, para tratar de salvarme la vida y estabilizarme. Al final consiguieron estabilizarme, en coma inducido y con respiración artificial.

En ese momento, los médicos supusieron que a pesar de aferrarme a la vida, había dado de sí todo lo que podía. De lo que dependía de la medicina, ya estaba todo hecho, solo quedaba esperar. Los médicos fueron muy claros con mis padres, entren, despídanse de él, porque no sabemos lo que le queda. Aunque los doctores siguieron todas las pautas y dieron el 100% de lo que tenían, para que si existía una posibilidad, no fuera por ellos. Mis padres preguntaban a los médicos, si el hecho de que no me fuera, significaba que estaba mejor, a lo que los médicos de nuevo muy rotundos contestaron, no.

Aún así mis padres no perdieron la esperanza. Tuve el apoyo de grandes amigos que siempre recordaré con mucho cariño, aunque estuviera en coma, siempre he tenido la sensación de que recuerdo su ánimo. En el décimo cuarto día, le dijeron a mis padres que iban a probar a despertarme, a ver cómo reaccionaba, pero que no se ilusionasen, ya que si no respondía correctamente, volverían a inducirme el coma.

Finalmente, en el decimoquinto día, después de una medicación muy fuerte me desperté, había vuelto a este mundo, aunque en la UCI, solo, a las once de la noche y muy confuso. No recordaba nada, podía mover las manos y la cabeza, pero mínimamente. Pensé en que me había quedado minusválido, miraba mi cuerpo y no lo reconocía, Debido a la fuerte medicación y la confusión, no recordaba, ni aún lo recuerdo, que me desperté horas antes, sobre las 19:00, cuando mi madre llegaba a la hora de la visita. Algo que no recuerdo y nunca he recordado.

Por supuesto, todos los médicos me dijeron que tenía que venir a las revisiones, pero que me olvidara de jugar al golf y de realizar cualquier otro deporte. Tuve que hacer rehabilitación durante más de 2 años. No podía sostenerme de pie, a parte de por los mareos, porque no tenía suficiente fuerza muscular para sostenerme.

Empecé con unos físios y fui cambiando de profesional, según me iban diciendo, que ya estaba todo lo bien que podía estar y que no podían ayudarme más. Hasta que conocí a Fernando Nicolau, mi osteópata desde hace 5 años, que ha sido clave para que yo haya podido volver a jugar al golf. Le conté mi caso, estudió mis informes médicos, y me dijo «tú vas a volver a jugar al golf y lo que tú quieras, pero ¿estás dispuesto a sufrir para ello?». He tenido los tratamientos de recuperación más dolorosos, pero es cierto, que han merecido la pena. Todo el dolor que he pasado, ha servido para que pueda disfrutar jugando al golf, una de las cosas que más me han gustado en toda mi vida.

Tengo limitaciones respecto a levantar peso y hacer ejercicios de gimnasio debido a que aún hoy en día tengo las placas puestas en las clavículas. Y mis entrenamientos en golf tampoco pueden ser todo lo extensos que me gustarían y en cuanto me excedo, lo noto enseguida, pero sigo trabajando con Fernando todas las semanas, para recuperarme del todo. Y he vuelto a visitar a cada profesional que me dijo que no iba a poder hacer lo que hacía, para que no desanimen nunca más a ningún paciente.

Este artículo en primera persona ha sido elaborado con la

colaboración de Christian Crabbe y Diego Michavila