A la dimisión del presidente del Eldense Germán Torregrosa se le unió ayer la del secretario y delegado azulgrana Antonio Cerdá, siguiendo ambos así los pasos del vocal Marcos Guill, el primero en dimitir el pasado 28 de septiembre, aunque federativamente sigue ligado al club al no haberse tramitado ninguna dimisión.

Cuando Germán Torregrosa se despidió el lunes del cargo de presidente, solicitó a Cerdá que siguiera formando parte de la directiva azulgrana: «Tiene que ser una decisión de él, mientras no se encuentre a una persona que haga sus labores, que continúe, que no deje colgado al club».

Cerdá siguió el consejo de Torregrosa y decidió continuar en el cargo de secretario para preparar el inminente viaje a Mallorca, además de desempeñar la función de delegado de campo tras cumplir dos partidos de sanción ante el Alcoyano y Atlético Baleares: «Hasta que encontraran otra persona que realizara mi trabajo».

Sin embargo, Antonio Cerdá se llevó ayer un disgusto cuando acudió a la reunión con el resto de directivos de Torregrosa, los casos de Alfonso Ortuño, Jerónimo García Calvo, David Aguilar, Emiliano Delicado y el técnico interino Mario Barrera: «Cuando iba a comenzar la reunión, Alfonso Ortuño me indicó que hiciera el favor de salirme, lo que interpreto como falta de confianza».

El secretario se marchó de la reunión en la que se iban a tratar los pormenores del desplazamiento a Mallorca, las diligencias de fichas y mutualidades de los nuevos entrenadores y preparador físico, además del finiquito del destituido Raúl Garrido.

En ese sentido, Cerdá comunicó su dimisión tanto al expresidente como a los directivos que continúan al frente del conjunto azulgrana, los cuales analizan la situación financiera del club tras la inesperada salida de Torregrosa.

Sin entrenador

Otro de los problemas pendientes de resolver por la directiva del Eldense es el finiquito del extécnico Raúl Garrido, quien ha dejado la negociación en manos de su representante al no alcanzar un acuerdo con el club.

Según ha podido saber este diario, es el propio Marcos Guill quien ha estado negociando pese a haber dimitido como vocal, aunque no ha alcanzado ningún acuerdo, ya que el técnico valenciano exige cobrar la totalidad de su contrato y el de su preparador físico y ayudante Kevin Martínez.

Además, puesto que a Garrido no le entregaron el domingo la carta de despido, se presentó en Elda el lunes bien para seguir entrenando o para dejar su puesto si el club le entregaba dicho documento, cosa que sucedió.

Resultó paradójico ver cómo Mario Barrera, que llegó a Elda hace dos semanas para desempeñar el cargo de director deportivo, se puso a dirigir el primer entrenamiento semanal junto a Emilio Rico, preparador del Eldense juvenil, estando Garrido reunido en las oficinas para resolver su finiquito, sin el cual el Eldense no puede contratar los servicios de otro entrenador: «No valoro la ética, cada uno es dueño de su comportamiento», afirma.

De ese modo, Mario Barrera no podrá ubicarse en el banquillo azulgrana como entrenador hasta que el club no liquide el contrato federativo de Raúl Garrido.

Por el momento, lo más urgente que deben solventar los dirigentes es planificar y atender los gastos del viaje a Mallorca, cosa que hacía Antonio Cerdá hasta ayer cuando presentó su dimisión, salvo que en las últimas horas las aguas vuelvan a su cauce.