Sandra Alonso (19 de agosto 1998) acaba de regresar de Plumelec donde ha estado con la Selección Española compitiendo en el Campeonato de Europa de Ciclismo y tiene previsto participar en octubre en el Mundial de Catar. A principio de temporada se marcó esos dos objetivos y lo ha conseguido en su último año en la categoría junior, en el que se ha adjudicado la Copa de España, tras vencer en seis de las nueve pruebas puntuables, así como el Torneo Euskaldun, las vueltas a Valencia y Burgos, la medalla de plata en el Campeonato de España, sin olvidar, en la pista, el título autonómico de keirin y el Nacional por equipos.

El palmarés de esta mejicana nacida en Puebla (México), aunque vive en Torrevieja desde los nueves meses, es impresionante. Ya en cadetes fue campeona de España en fondo en carretera y en varias modalidades de la pista.

Es una auténtica todoterreno, la ciclista total, ya que encima de la bicicleta llanea como ninguna, esprinta como las mejores y no se le atragantan las cuestas, aunque reconoce que en este último apartado debe mejorar. «Me considero una ciclista bastante completa. Se me da bien el llano, he conseguido muchas victorias al esprint, y me defiendo bastante bien cuando la carretera se eleva. En todo caso, creo que mi punto débil son las subidas largas. Ahí debo mejorar», confiesa Sandra, una verdadera atleta con 1 metro y 80 centímetros de altura y con tan solo 18 años de edad.

El ciclista polaco Michal Kwiatkowski, campeón del mundo de ruta en el año 2014, es uno de sus ídolos, aunque también tiene un recuerdo para Alejandro Valverde. «Todo lo hace bien, compite durante todo el año y siempre está con los mejores», dice .

La próxima temporada, de la mano del equipo vasco Bioracer-EK, con el que está compitiendo esta campaña, dará el salto a la categoría sub´23 en la que espera seguir progresando. Su sueño a más largo plazo es competir en un Giro de Italia, y, sobre todo, en una Olimpiada. Sandra Alonso es una chica que hace realidad todo losque se propone en el mundo del ciclismo desde que a los nueve años dejó la gimnasia rítmica «porque me aburría después de tres años practicando ese deporte» y probó a coger una bicicleta. «Me decidí por el ciclismo por casualidad, como un juego. Me gustó y aquí continúo. La verdad es que me lo paso bien», añade Sandra.

La integrante del Proyecto FER apenas tiene tiempo para aburrirse. Además de entrenar a las órdenes de Juan Francisco Andreu, le toca viajar casi todos los fines de semana al Norte de España, donde compite en la mayoría de las carreras, tampoco olvida sus estudios y este año comienza la carrera de Arquitectura Técnica. Toca muy bien la guitarra, se desenvuelve muy bien con el piano, aunque no le apasione el mariachi, y el poco tiempo que le queda lo dedica a la pintura, «Es cuestión de organizarse», explica. Sandra se siente orgullosa de sus padres Juan Carlos y Pilar, sus hermanos David y Juan Carlos y su abuela Josefa. «Su esfuerzo diario para que a mí no me falte nada me ayuda a no desfallecer en mi intento de llegar lo más lejos posible en el mundo del ciclismo», apunta Sandra antes de reconocer que es golosa y que «estoy enganchada al chocolate».

Una chica casi perfecta, que está enamorada de su deporte y que cuenta con cualidades para triunfar en él.