El Atlético de Madrid sumó su primera victoria de la temporada después de imponer por un contundente 0-4 al Celta de Vigo, en un partido en el que supo sufrir y trabajar en la primera parte y en el que se convirtió en una apisonadora en la segunda, muy superior a su rival a raíz del gol de Koke.

La necesidad de ganar animó a Simeone a apostar por el bloque de la pasada campaña, con el francés Gameiro y el argentino Gaitán en el banquillo, para situar a Fernando Torres como acompañante de Griezmann y al belga Carrasco en la banda izquierda.

Pero la asfixiante presión del centro del campo del Celta evitó que los atacantes rojiblancos entraran en juego. Sólo las individualidades de Griezzman y la velocidad de Carrasco hacían daño a un rival que no renunció a su estilo y se esforzó en no cometer errores que facilitasen los contraataques del Atlético.

El choque, por momentos, se convirtió en una partida de ajedrez, con ambos equipos centrados en no descomponerse. Berizzo y Simeone tenían muy bien estudiado al rival. El Celta buscaba darle velocidad al juego; el Atlético se defendía con las líneas juntas y esperaba su oportunidad a balón parado o a la contra.

Fue el Celta el que dispuso de las mejores ocasiones de la primera parte, con un disparo de Señé que estrelló en la red lateral y con un remate de Bongonda demasiado cruzado, aunque el Atlético también creó peligro con un disparo cruzado de Griezmann, un cabezazo de Godín y un centro de Carrasco.

Perdonó el equipo gallego en el primer tiempo y, como le había pasado el año pasado ante el Atlético, lo pagó, ya que en el arranque del segundo acto Koke lo golpeó tras un gran centro de Griezmann. Ese gol destrozó al Celta y agigantó a su rival, que se adueñó del centro del campo con Koke y Saúl para rematar el partido con la velocidad de Griezmann y Carrasco.