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Gimnasia rítmica

La sonrisa alicantina de la rítmica mira a Tokio

Alejandra Quereda, capitana del equipo español, vuelve de Brasil con una medalla de plata

Nada detiene a Alejandra. Ni la decepción por la cuarta plaza de Londres; ni la encarnizada competencia con las rusas, búlgaras, bielorrusas e italianas; ni las ocho horas de entrenamiento diario durante cuatro años; ni el exigente plan de estudios de Medicina... La capitana del equipo español de gimnasia rítmica (Alicante, 24 de julio de 1992), la sonrisa que ha iluminado la brillante plata conquistada en Río de Janeiro tenía el sueño de la gloria olímpica entre ceja y ceja y el domingo pasado lo hizo realidad.

«Es un sueño trabajado, merecido, nadie nos ha regalado nada», confesaba emocionada Quereda poco después de bajarse del podio. «Todo lo que no nos ha matado nos ha hecho más fuertes. Ha sido un camino lleno de espinas, pero ahora mismo esto sabe a gloria», reconocía la alicantina, que ha decidido quedarse varios días más en Brasil junto a sus padres -Mar y Francisco- para descansar, hacer turismo y recuperarse de la tensión y el esfuerzo que la han convertido en subcampeona olímpica tras cuatro largos años de tesón, entrenamiento y superación.

Siguiendo los pasos de su madre, que había sido campeona de España de la especialidad, Alejandra comenzó a practicar gimnasia rítmica a los seis años en el Club de Gimnasia Rítmica del Colegio CEU Jesús María de Alicante después de haber recibido clases de ballet. Capitana del conjunto español desde 2010, llegó a la selección dos años antes y su capacidad para hacer grupo e integrarse en el equipo la convirtieron rápidamente en un referente. «Es una chica equilibrada, paciente y muy tenaz y perseverante», según la define su tío Juan Luis, que admite su falta de objetividad cuando habla de su sobrina, herculana de corazón. «Tiene un punto de experiencia, de sana ambición, de no rendirse nunca y de dominio de la situación que la hicieron capitana del equipo español casi por inercia», añade.

Con la misma rapidez con la que asumió el liderazgo del quintento nacional fueron llegando los éxitos para Alejandra, que ya es la gimnasta de la rítmica española, junto con Sandra Aguilar, con más medallas internacionales oficiales, 42 en total. Antes de tocar el cielo olímpico en Río ya había sido bicampeona del mundo de 10 mazas en 2013 y 2014 y cuarta en los Juegos de Londres 2012 tras una controvertida decisión de los jueces, que otorgaron el bronce a las italianas.

Sin concesiones al desánimo o la desmotivación, en el Mundial de Stuttgart del año pasado Alejandra consiguió junto a sus compañeras la medalla de bronce en el concurso general y la plaza para disputar los Juegos de Río.

El éxito del pasado domingo sobre el tapiz brasileño ha devuelto la ilusión olímpica a esta alicantina de 24 años, que ya piensa en volver a competir en Tokio 2020 y ha dejado atrás las dudas y las frustraciones que le causaron la «medalla de chocolate» de Londres 2012.

«En su cabeza siempre estaba la medalla olímpica y ahora sus ilusiones se relanzan de cara a los próximos Juegos», reconoce su familia, que, por encima de otras cualidades, destaca «la normalidad» y «el espíritu de sacrificio» de esta joven de plata, que se escapa a su añorada Playa de San Juan siempre que se lo permiten sus obligaciones en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, donde reside habitualmente, se entrena y estudia Medicina.

«Le gusta todo el deporte en general, la moda, el cine y la música, nada que se salga de lo normal para una chica de su edad», explica su tío Juan Luis, que se rinde ante la capacidad de Alejandra para compaginar con buenas notas los exigentes estudios de Medicina -la profesión de su padre y la carrera que también cursa su hermano Paco- con tantas horas de enorme esfuerzo y duros entrenamientos. «Y todo ello siempre con una sonrisa». La sonrisa de la rítmica española que ya mira a Tokyo.

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