A lo largo de la historia miles de velocistas españoles han soñado alguna vez con alcanzar una final olímpica pero ninguno lo ha conseguido hasta la fecha, ni siquiera a las semifinales. Bruno Hortelano, la nueva sensación de los esprinters de raza blanca, podría conseguirlo en 200 metros.

Su marca de 20.12 fue la segunda mejor de la primera ronda. Sólo el canadiense Andre de Grasse, ganador de la décima y última serie con 20.09, fue más rápido que el español, que se permitió batir los tiempos de Usain Bolt y de Justin Gatlin, los dos favoritos.

Y sin embargo no pierde la cabeza en ningún momento. «El récord ha salido solo», precisó. Sin proponérselo, como consecuencia necesaria de un trabajo concienzudo y bien hecho.

Dos semanas antes de viajar a Río, Bruno tenía su carrera de Río bien almacenada en la cabeza, la había visualizado una y otra vez porque conocía la pista azul del estadio de Engenhao desde hacía dos meses, cuando consiguió la medalla de plata en los Iberoamericanos y, de paso, la mínima para participar en los Juegos (20.48).

El lunes, vísperas de su entrada en acción, no compareció en la rueda de prensa que el Comité Olímpico Español organiza a diario con deportistas en la Villa Olímpica. La explicación: «Se ha ido al estadio a visualizar la carrera».

Las imágenes de su archivo mental presentan una carrera singular en la que corre solo, sin rivales, según ha revelado. Hasta ahí no podía llegar su capacidad premonitoria, pues el reparto se produce solo unos días antes de la competición, tras la reunión técnica.

«Visualizar es ver la carrera. No veo a los atletas, me veo solo en la pista, y ha salido exactamente como buscaba», aclaró en la zona mixta del estadio, donde coinciden atletas y periodistas.

Correr por la calle ocho comporta una pequeña ventaja en el 200. La curva es la más amplia y permite ganar una velocidad más alta sin peligro de salirse del carril, un fallo que acarrea la descalificación, pero también un grave inconveniente, al no tener referencia visual de los rivales.

Ahora Bruno confía en que su buena marca le otorgue una buena calle este miércoles en las semifinales, pero seguirá sin pensar un solo segundo en otro récord de España, ni en bajar de los 20 segundos. En regla con el mantra de Diego Simeone, prefiere ir carrera a carrera.

Controlar su carrera, ese es el objetivo primordial, porque de ese modo, asegura, «la marca sale sola», de modo que este miércoles, cuando regrese a la pista, no pensará en la final, sino en «darlo todo otra vez». No descarta el horizonte cronométrico. «No veo por qué no bajar de 20 segundos. La pista es buena, el viento me da igual. He venido a competir en unos Juegos», advierte el velocista nacido hace 24 años en Australia, donde trabajaban sus padres, microbiólogos moleculares.

Hace apenas un mes Hortelano revolucionó las redes sociales. El vídeo que grabó su sorpresa al conocer por medio de una periodista holandesa que había ganado la medalla de oro en los Europeos de Amsterdam, por descalificación del holandés Churandy Martina, se hizo viral rápidamente y su nombre empieza a ser conocido en los círculos internacionales.

Ahora más, después de haber ratificado en Río su estado de gracia en su debut olímpico ganando la segunda serie con nuevo récord de España (20.12), por delante del jamaicano Yohan Blake, campeón mundial de 100 en 2011.

El plusmarquista español, que bate por tercera vez el récord, rebajándolo en otras seis centésimas, desembocó segundo en la recta y mantuvo el ritmo hasta el final, en tanto que Blake pareció relajarse en los últimos metros al comprobar que tenía garantizada la clasificación. La final olímpica sigue siendo un sueño, no solo para Bruno, sino también para todos los aficionados españoles, pero el reto sigue siendo sumamente complicado. Su marca le sitúa decimoséptimo en el ránking mundial del año.