Un Rafael Nadal eufórico, emocionado y sonriente encabezó con una vistosa bandera rojigualda el desfile de la delegación olímpica española en la madrugada de ayer en el estadio de Maracaná, donde quedaron oficialmente inaugurados los Juegos Olímpicos de Río 2016. El tenista balear pudo ejercer finalmente en el templo del fútbol como abanderado, condición que una inoportuna lesión le negó hace cuatro años en Londres. Entonces fue su amigo, el jugador de baloncesto Pau Gasol, quien asumió el rol que ayer perteneció a Nadal, exultante como líder de la expedición.

Ataviado con pantalón y corbata rojos, chaqueta azul y camisa y sombrero blancos, el mallorquín, campeón olímpico en Pekín 2008, portó la bandera española y marcó el paso de la festiva representación de una delegación que se vio privada de los deportistas que debían competir ayer sábado.

El ciclista Alejandro Valverde disculpó su ausencia en las redes sociales, al igual que la jugadora de rugby Patricia García.

España salió en el puesto 68, entre Eslovenia y los Estados Federados de Micronesia, mucho antes del lugar 172 que ocupó en Londres 2012 dada la denominación anglosajona.

Lo hizo cuando se habían cumplido una hora y treinta minutos desde el comienzo de la ceremonia y con el jolgorio como seña de identidad. A la fiesta del equipo español se sumó la grada, con aplausos y vítores, mientras el tenista Marcel Granollers dejó desatar su euforia con repetidos saltos.

En el palco, Juan Antonio Samaranch «supervisó» el desfile español, ya entonces adornado con abanicos y sombreros e interrumpido en alguna ocasión por los «selfis».

Las componentes de la selección de balonmano fueron algunas de las que inmortalizaron el momento. También el jugador de rugby Iggy Martín, autor del ensayo que le dio a España el histórico pase a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sumido por la emoción besó a su esposa, la atleta Juliet Itoya, con las cámaras de televisión como testigo.

Las «RedSticks», ausentes en la cita olímpica celebrada hace cuatro años en la capital inglesa, derrocharon alegría.

Con un toque de color rojo en sus labios desfilaron, en cambio, Marta Xargay, Anna Cruz, Silvia Domínguez, Laia Palau, Luci Pascua, Astou Ndour, Leticia Romero, Laura Gil o Laura Quevedo, integrantes de la selección femenina de baloncesto.

Todas ellas, como muchos de sus compañeros de delegación, habían comenzado la fiesta minutos antes, en el autobús que les condujo desde la Villa Olímpica hasta el mítico estadio de Maracaná, el punto donde se sitúa el origen de los sueños de los deportistas españoles.