Néstor Abad, junto a Ray Zapata representante español en la gimnasia artística masculina en los Juegos de Río, se siente «muy contento y con muchas ganas de viajar ya» y no descarta meterse en la final individual de los 24 mejores, incluso luchar por un puesto entre los diez primeros.

«Yo estoy entrenando la suma de los seis aparatos y el objetivo es intentar meterme en la final y luego, si es posible, acabar entre los diez primeros», explicó el gimnasta. «Barra y paralelas son las dos pruebas donde tengo la nota de dificultad más alta y es donde puedo hacerlo mejor. Son mis puntos fuertes en el concurso. Podría pensar en meterme en la final de esos aparatos. Las demás creo que todas más o menos regular, no tengo un peor aparato», señaló Abad.

El alcoyano tiene «la ilusión de los primeros Juegos» y «la alegría de haber visto recompensado todo el esfuerzo» que ha hecho en los últimos meses. «Ahora tengo que demostrar que he estado trabajando muy duro», reflexionó.

Respecto a su clasificación para ocupar la única plaza libre que quedaba en el equipo, reconoció que ya se lo esperaba, a la vista de sus resultados: «Solamente tenía que esperar. Sabía que iría el que mejor competición hiciera».

El gimnasta se siente «en el mejor momento» de su carrera. «Estoy muy preparado mentalmente, y físicamente me encuentro muy bien» señaló el doble campeón de España.

«Las lesiones (sufrió dos lesiones de rodilla), aunque no se olvidan del todo, están superadas. He dejado atrás el miedo y me siento muy bien», insistió.

Una de las grandes preocupaciones en torno a Río 2016 es la seguridad, aunque el gimnasta de Alcoy no piensa en ello. «Estuvimos allí en el Preolímpico y no pasó nada. Se veía un sitio tranquilo y estábamos en una zona buena».

A sus 23 años, Néstor Abad tiene que compaginar sus entrenamientos con la paternidad, una tarea que lleva «muy bien».

«Tener un hijo es una ilusión y enseñarle todo lo que tú has aprendido es muy bonito», explicó. Abad, antes de afrontar sus primeros Juegos, también reflexionó sobre sus inicios en el tapiz.

«La culpa es de mi hermana. Se lo agradeceré toda la vida. Ella iba a entrenar desde pequeña y mis padres me llevaban con tres años a recogerla. Yo me pasaba el rato en las colchonetas y un año después ya empecé a hacerle caso a un entrenador», recordó Abad.