El atletismo español aprovechó los campeonatos de Europa, la última competición apropiada a su nivel antes de que empiece un ciclo de más altas cumbres atléticas, para hacer acopio de moral con miras a los inminentes Juegos Olímpicos de Río, el mes próximo.

España compitió en el Olímpico de Amsterdam con 76 atletas, su segundo equipo más voluminoso de la historia, y consiguió su tercera mejor clasificación en el medallero: sexta, igual que en Atenas'82 y Helsinki'94 y sólo por detrás de Múnich 2002 (segunda) y Gotemburgo 2006 (cuarta).

Y eso que el programa de los Europeos en año olímpico no contiene una de las disciplinas más agradecidas para España, la marcha, que en la edición anterior, por ejemplo, tuvo como campeón de 20 kilómetros al murciano Miguel Ángel López.

Los progresos españoles resultaron muy apreciables en Amsterdam si la actuación individual y colectiva se comparan con las de Zúrich 2014, donde el equipo obtuvo seis medallas (2 de oro, 1 de plata y 3 de bronce).

El director técnico de la Federación Española, Ramón Cid, se declaró «satisfecho sin caer en la exaltación» por los resultados.

«Antes de venir ya me gustaba el perfil del equipo, con mucha gente que aparece como nuevos referentes del atletismo español, casi la mitad sub-25. Un equipo muy europeo, que cubre prácticamente todos los sectores y ha habido pocas eliminaciones a la primera. En un grupo tan numeroso ha habido cosas excepcionales y otras regulares, pero el tono medio competitivo ha sido bastante alto».

La velocidad, un sector que parecía resignado a darse de bruces eternamente contra las semifinales, ha encontrado un diamante pulimentado que, con su oro en 200 -sobrevenido por descalificación del holandés Churandy Martina- pero incluso con la plata, de no haber mediado dicha eliminación, destierra tópicos y derrumba mitos sobre la inferioridad española en el esprint.

Nadie, a lo largo de la historia del atletismo español, había pisado nunca una final internacional de velocidad, ni en 100 ni en 200, y en Amsterdam Hortelano estuvo en las dos, y no como simple comparsa agradecido por abrirse un hueco entre los mejores, sino batiéndose por las medallas en las dos. En 100 estuvo a 4 centésimas de subir al podio.

Ruth prosigue su campaña imperial, el mediofondo parece remontar el vuelo con la plata de David Bustos en 1.500 y en el fondo llegan refuerzos de nombres marroquíes. Cuando el mejor del 5.000, Jesús España, se ha pasado al maratón, Ilias Fifa y Adel Mechaal han logrado el segundo doblete español de la historia, llegando en la misma centésima a la meta.

Hubo un efímero cuarto oro colectivo, gracias al buen desempeño de los mediomaratonistas Carles Castillejo, el mejor -octavo- a cinco semanas de su jubilación; Jesús España -décimo- y Ayad Lamdassem -duodécimo-, aunque los organizadores, media hora después de anunciar el título por equipos para España, sumaron mejor los tiempos y comprobaron que había ganado Suiza por dos segundos.

El mayor peligro para España reside ahora, a un mes vista de los Juegos, en la tentación de extrapolar resultados y expectativas para Río, sin reparar en que la distancia entre una competición alcanza dimensiones siderales.

Hace bien Ramón Cid en prevenir contra esa posibilidad. «Estamos en Europa, que es nuestro sitio natural. Los Juegos serán otra cosa», advierte el presidente de la Federación.