Diego Se acabó la magia, adiós al espectáculo del juego bonito, dirán los puristas. Sin Alemania en la final se pierde la iniciativa, el gusto por el pase preciso, la combinación. Cierto es que solo tiró seis veces, entre los tres palos, a Lloris. También es verdad que los blues levantaron el muro de Marsella. Eso y más cosas han provocado que la Eurocopa no haya generado un espectáculo de deleite. Todo lo contrario. De ahí que las dos finalistas sean selecciones desbordantes de talento y cortas de juego combinativo. El guión de ambas ha sido similar: defender, especular e intentar marcar las ocasiones que se presenten. Esto lo han hecho de cine, sobre todo, Francia. Buena prueba de ello está reciente con la semifinal ante Alemania.

Pero es que sus duelos ante Rumanía, Albania y Eire los superó a base de momentos de inspiración en tramos concretos. Los dos primeros cuando el árbitro acariciaba el silbato. Significativo. Porque como reflexiona Juan Tallón en El País: «Las grandes competiciones siempre se reservan instantes vagamente secretos, que son en realidad en los que se ganan los títulos». A la memoria de los seguidores de La Roja nos viene el gol de Villa ante Suecia en 2008, el de Puyol contra Alemania en 2010 o el de Navas frente a Croacia en 2012. Son detalles que van marcando el camino, que lo cubren de esperanza o de tristeza.

Por la selección blue no daba un duro el campeón del Mundo en 1998 y de Europa en 2000 Lilian Thuram, ahora inmerso en su papel como embajador de Unicef: «¿Cuántos futbolistas franceses juegan en los clubes más grandes de Europa? Griezmann en el Atlético. Coman no es titular consolidado en el Bayern y Pogba juega en la Juventus pero no es un jugador experimentado. En Francia no tenemos un Özil, tampoco un Hummels. No basta con jugar. Debes ser un líder».

Claro, visto desde el prisma de un deportista y activista de su nivel no valdrá cualquier cosa. Por ello, lo que está consiguiendo Didier Deschamps tiene mucho mérito: hacer que jugadores inexpertos, con un perfil más físico, saquen el máximo rendimiento a sus cualidades. Ya se soltaron la melena ante Islandia y amenazan con volver a hacerlo hoy para de paso contradecir al maestro Thuram. Si eso ocurre, que Pogba y cía se revolucionan habrá merecido la pena para muchos.

Diego Portugal ha vivido con el triste recuerdo de la final perdida en su casa en la Euro de 2004 ante Grecia desde entonces. ¡No es poco! Aquel fracaso fue tan duro como inesperado y nadie encarna mejor ese sentimiento de revancha que Cristiano Ronaldo, que con 19 años sobresalió e inquietó sin lograr hacer ningún gol. Por ese motivo no sorprende que el «7» subraye que «es un sueño conseguir algo con mi país y espero acabar con una sonrisa». El foco mediático del Real Madrid empezó el campeonato como la chata, dándole patas al aire. Hasta estrelló en el poste una pena máxima. Esto fue un reflejo de la trayectoria de la selección lusa en su grupo, donde fue incapaz de imponerse a los combinados de Islandia, Austria y Hungría.

Visto así para mentira que se ha ya plantado en la final. Pues sí. También es cierto que ha demostrado tener un estilo. Se salió en los dos primeros partidos generando casi 60 ocasiones de gol pero su juego se fue cayendo de forma paulatina. Ni André ni Renato ni Moutinho han sido suficientes para embellecer la imagen colectiva. Lo cierto es que Portugal ha alcanzado la cima pese a ganar solo un encuentro de seis durante los 90 minutos. Tal cual. Francia también ha especulado durante demasiado.

Sin embargo, nuestros vecinos del norte han sacado adelante todos los desafíos menos uno. Los motivos que les han llevado a ambos a París están marcados por los pequeños detalles y éstos guiarán a unos o a otros a levantar la Copa tras 90', 120' o la tanda de penaltis.

No sólo son los dorsales «7» en Portugal y en Francia. También están Nani, Payet, Renato, Sissoko, Guerreiro, Pogba, Pepe y Lloris. Todos ellos son sobresalientes y pueden ser determinantes con una parada imposible, un corte sublime, un centro preciso y hasta una asistencia de sombrerazo. Eso sí, los que poseen todas las papeletas para entrar en la historia por su lucidez de cara a la portería son dos: Cristiano Ronaldo y Antoine Griezmann, dos pistoleros enfrentados como Mark Lenders y Oliver Atom a los que un segundo de intuición puede bastarles para hacer felices a millones de personas. El fútbol también es así.