Francia ha tardado semanas en engancharse al tren de su Eurocopa, pero ahora, a las puertas de la final de mañana contra Portugal, la locura colectiva ha invadido un país que ve en el fútbol un rayo de esperanza dentro de un panorama sombrío. Salvando las distancias, muchos quieren observar en el duelo de Saint Denis una reedición del Mundial de 1998, cuando el país conocía también dificultades pero la conocida como la selección «black-beur-blanc».