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La UEFA ha multado con 100.000 euros a la Federación de Fútbol Croata por permitir bengalas ante Chequia. Digamos que el desagradable acto de los radicales ha salido barato. Más si cabe porque miembros de la organización que dirige el ex delantero del Sevilla y del Madrid, Davor Suker, sabían que dichos aficionados iban a liarla. Es de locos el asunto con las enormes medidas de seguridad que se están tomando como cerrar el centro de Niza al tráfico a las tres de la tarde en la previa del Turquía-España e imponer la Ley Seca. Todo eso se entiende si las acciones son implacables ante los violentos, algo que por ahora está lejos de suceder. Lo cierto es que Croacia no solo está envuelta de un lado oscuro. Luce más que nunca su cara brillante, la que se desarrolla sobre el césped cuando algunos de sus jugadores se centran en jugar al fútbol. Los responsables de esta impagable acción para los enamorados de este deporte son Luka Modric, Ivan Rakitic y Milan Badelj. Hay más, como Brozovic y Kovacic, aunque los nombrados son los principales valedores del eje del bien, uno de los mejores centros del campo que hay en la Eurocopa de Francia. Si este cruce no se diera en la fase de grupos, con los deberes hechos y los tocados que hay, cobraría otra dimensión. La realidad es la que es. «A ambos nos va muy bien el empate». Las palabras del honesto Rakitic ponen en valor el pacto de no agresión. Veremos si se confirman las intenciones o buscan seguir creciendo, con reservas agradecidos, en un torneo en el que ambos están entre los mejores colocados: España por su trayectoria y Croacia por aspirante a revelación. La selección entrenada por Ante Cacic busca triunfar por el mismo camino que La Roja: posesiones largas y acelerar el ritmo al atisbar espacios. Iniesta y Modric, duda, son los guías. A ambos les basta un toque para transformar algo cotidiano en extraordinario. Encima, pasan por su edad de oro. Qué liberación no tener por encima a Messi o sí tener por debajo a Badelj. Gracias, Cacic y Del Bosque.