Después de un curso irregular, marcado por las lesiones y las intermitencias en su juego, el galés del Real Madrid, Gareth Bale, ha vuelto a ser decisivo. Y lo ha hecho en el momento justo, cuando más lo necesitaba su equipo. En la Liga de Campeones, para marcar el gol que vale la décimo cuarta final de los blancos en la mayor competición de clubes del mundo; y en la competición doméstica, con sus tantos en Anoeta y Vallecas en ausencia de Cristiano Ronaldo para mantener vivo a su equipo en la lucha por un título que hace apenas un mes parecía imposible.

Bale ya fue decisivo hace dos años en su primera temporada en Chamartín cuando anotó el gol de la final de la Copa del Rey contra el Barcelona en Mestalla en aquella larga carrera en la que «sacó de carril» a Bartra. Pocas semanas después, en Lisboa también fue el autor del 2-1 en la prórroga de la final de la Liga de Campeones frente al Atlético al aprovechar un rechace de Courtois tras tiro de Di María.

Pero el buen arranque del «expreso de Cardiff» se torció en su segunda temporada, en la que sufrió diferentes lesiones musculares entre los partidos con su club y la selección de Gales, con la que consiguió la clasificación para la Eurocopa de este verano en Francia.

Ese flojo rendimiento y la persistencia de las lesiones tuvieron continuidad en el inicio de la actual temporada con Rafa Benítez, pero el galés, como el resto del equipo, empezó a dar muestras de mejoría con la llegada al banquillo de Zinedine Zidane.

Especialmente bueno y productivo ha sido su último mes, en el que, tras la sonrojante derrota en Wolfsburgo (2-0), los blancos han ganado todos los partidos, salvo el empate sin goles de la ida de semifinales de la Champions en Manchester ante el City.

Bale fue importante en la inesperada victoria madridista en el clásico liguero del Camp Nou el 2 de abril cuando centró con peligro en los últimos minutos para que Cristiano Ronaldo marcara el 1-2 del triunfo final.

Pero su influencia en el juego y en los resultados han sido determinantes durante la ausencia de Cristiano Ronaldo por su lesión muscular ante el Villarreal en el Bernabéu. Con el francés Benzema también tocado tras ese partido y el de Manchester, todos los focos se pusieron en el extremo galés, que respondió a la exigencia con goles decisivos liderazgo. Primero lo hizo en Vallecas cuando el Madrid se despedía de la Liga tras el 2-0 inicial del Rayo. Redujo la ventaja con un gran cabezado y sentenció el 2-3 definitivo con una galopada desde el centro del campo por el carril izquierdo, la ubicación en la que más luce.

En la jornada siguiente, otro gran cabezazo suyo en Anoeta a centro de Lucas Vázquez en el tramo final del partido permitió al conjunto de Zidane seguir vivo en la pelea por la Liga.

Muy reforzado por esas actuaciones, Bale también respondió el miércoles en el Bernabéu con un centro que desvió el jugador del City Fernando y se introdujo en la portería de Hart para sacar el billete de los blancos a la final del día 28 en Milán, donde reeditarán el duelo de hace dos años en Lisboa frente al vecino rojiblanco.

El muro defensivo de Zidane

Los 16 goles de Cristiano Ronaldo en la Liga de Campeones o el trío que forma el portugués junto a Bale o Benzema, suelen atraer todos los focos de un equipo que históricamente llega a las finales europeas a base de buenos números atacantes pero que, en esta ocasión, alcanzó el choque de Milán con una solidez defensiva nunca vista en el club blanco.

Los datos son abrumadores: sólo ha recibido 5 tantos en todos los partidos que ha disputado esta temporada en la máxima competición continental. Es el equipo menos goleado de esta edición, por delante del Atlético, Chelsea y Dinamo Kiev (los tres recibieron 7 dianas), Barcelona (8) Juventus (9) o Bayern Múnich (11).

Sólo un par de equipos consiguieron perforar la portería del conjunto blanco. Fueron el Shakhtar Donetsk ucraniano en la fase de grupos tras marcar 3 tantos en un 3-4 final para el Madrid, y el Wolfsburgo, que en la ida de los cuartos de final ganó 2-0 en Alemania el equipo de Zidane.

Muchos son los factores que han influido en esa fortaleza defensiva blanca y uno de ellos tiene un nombre propio: Keylor Navas. El portero costarricense ha batido muchos récords antes de celebrar su pase a la gran fina.

A Navas sólo han conseguido meterle un par de goles en el campeonato. Los 3 del Shakhtar los recibió Kiko Casilla. Ricardo Rodríguez, de penalti, y Maximilian Arnold, ambos para el Wolfsburgo, tuvieron el honor de batir al guardameta del Madrid.

Sus actuaciones a lo largo del torneo han sido casi siempre perfectas y, gracias a ellas, el Madrid se convirtió en el primer equipo que llega a una final sin recibir goles en su estadio desde que lo consiguiera el Milán en 1993. Keylor sumó 9 de los 10 partidos que disputó en Liga de Campeones sin recibir un solo gol, pero esas cifras espectaculares tienen unos cimientos defensivos que nacen desde el centro del campo y acaban en el último zaguero. Desde Casemiro, Modric y Kroos hasta la línea de atrás, todos forman parte de la clave de la solidez defensiva blanca, en la que en los últimos partidos ha brillado especialmente Pepe y el propio Sergio Ramos ha ido mejor tras una temporada titubeante.