Es prácticamente imposible hablar de remo sin hablar de César Pórcel. Y viceversa. La pasión por este deporte se ha transportado a lo largo de varias generaciones. La saga de los Pórcel (y la mayoría se llama César) va íntimamente ligada al desarrollo del Real Club de Regatas, una instalación que considera su casa.

Bastaron sólo dos minutos de la conversación con Pórcel para que ensalzara la figura de su abuelo. «Ahí empezó todo, lo conocí durante muy poco tiempo, pero su amor por el remo ha seguido generación tras generación», afirma. «Él fue el verdaderamente importante, tiene una calle en Alicante y recibió la insignia de oro y brillantes de la ciudad», señala orgulloso en uno de los salones del Club de Regatas. «Mira, ese barco lo hizo mi abuelo, y este otro también», prosigue Pórcel.

A sus 63 años, sigue llevando una vida de auténtico deportista. Compite en el equipo de veteranos, madruga para hacer ergómetro y sale a correr casi todos los días. También sigue muy de cerca la trayectoria de su hijo, César Pórcel, triunfando en el equipo absoluto del Club de Regatas camino de un nuevo título nacional.

Recuerda César sus inicios en el remo cuando apenas contaba con ocho años. «Mi padre me llevó con él en el timón cuando era muy pequeño. Me puso detrás de él y le acompañé en el bote», relata el actual vocal del Club de Regatas. No fue su primer contacto con una embarcación, ya antes había estado en los botes que trasladaban a los marineros a las embarcaciones, ya que estaban en medio del mar. «Me acuerdo perfectamente, hasta el día de mi debut en competición. Tenía 12 años y remé en una yola», recuerda César con nostalgia.

Orgulloso

Pese a los numerosos éxitos deportivos conseguidos desde entonces, su mayor orgullo no son las medallas ni los trofeos que lucen en su despacho. «De lo que realmente me siento orgulloso es de haber continuado con la tradición de remo y habérsela inculcado a mi hijo, que seguro tendrá continuidad con mi nieto (también de nombre César).

A su exitosa trayectoria como deportista con multitud de medallas en campeonatos de España le siguió una mucho más fructífera como entrenador. A sus órdenes remaron deportistas ilustres como el alicantino Ricardo Nutz (olímpico en Seúl), María José Porcel (bronce europeo), Álvaro Crespo, del que habla maravillas, y Pablo Crespo.

Fueron los años 80 los de mayor éxito y temporadas en los que ejercía diversas funciones en el Club de Regatas. «Entrenador, vocal...hacía de todo, poco a poco fuimos creciendo y nos convertimos en un club de deporte de altísimo nivel. Nuestra base era muy buena y se creció mucho en poco tiempo».

En 1999 César decidió dar un paso al lado y a formar parte del club pero no como entrenador. Prácticamente toda la familia ligada al remo. El tema de conversación en casa está claro...«Intentamos no hablar de remo en reuniones familiares. Si alguien saca el tema enseguida le cortan». «Es nuestra vida, pero a veces conviene desconectar», señala César, orgulloso de haber inculcado el remo a su hijo. «Era una obligación moral que venía de mi padre y mi abuelo, cumplo con una obligación moral que espero siga teniendo continuidad», apunta.

Dar a conocer el remo

César, que fue nombrado vocal de la sección de remo del Club de Regatas, tiene una misión: «que la ciudad conozca este deporte, que se vea, que se den cuenta de que puede practicarlo cualquiera». Actualmente, el club tiene 400 licencias y el principal trabajo se centra en la cantera. «Son nuestra gente del futuro y tenemos que cuidarla», señala el César, orgulloso del trabajo que realiza Lionel Jiménez, «Pin», como coordinador de la sección de remo.

Con 23 medallas en campeonatos de España y experiencia en mundiales, no le resulta fácil quedarse con un solo momento: «Me quedo con la satisfacción de haber conocido y entrenado a muy buena gente y también con la alegría de que el remo en Alicante siga creciendo». César reconoce que se acuerda más de aspectos del pasado que de vivencias más actuales. «Nací en el Club de Regatas, me acuerdo más de anécdotas de pequeño que muchas de ahora. Tenía claro que quería ser remero. Muy claro», afirma César.

Junto al remo, tiene otra pasión, el rugby, deporte que practicó durante varios años. «Fue un pequeño lapsus que tuve, jugué durante dos o tres años al rugby. Todavía me llaman para jugar algún partido con los veteranos, pero mi verdadera pasión es el rugby», cuenta César en uno de sus salones preferidos del Club de Regatas frente a un enorme ventanal que da a la zona de remo, el sitio que más frecuenta de todo el recinto. Un deportista con mayúsculas.