El destino quiso que el primer partido del Barcelona tras el fallecimiento del holandés Johan Cruyff coincidiera con un clásico en el Camp Nou, que se engalanó para despedir a lo grande al profeta que, a través de su amor por el balón, convirtió al azulgrana en un equipo ganador.

El balón fue, sin duda, el mejor homenaje a Cruyff, pero la entidad presidida por Josep Maria Bartomeu preparó múltiples actos para recordar la figura de su exjugador y exentrenador fallecido el pasado 24 de marzo como consecuencia de un cáncer de pulmón.

No faltó un mosaico de 90.000 cartulinas con un inmenso «Gràcies, Johan» y una camiseta azulgrana con el dorsal 14 que ocuparon uno de los laterales del estadio. Un lema que no sólo lucieron los jugadores del equipo azulgrana en el pecho de la camiseta en lugar del escudo de campeones del mundo, sino también un grupo de 22 niños que, antes del silbido inicial, acompañaron a los jugadores hasta al centro del tapete del Camp Nou, momentos antes del minuto de silencio.

Pero antes de que saltaran los jugadores se vivió el gran momento de la noche. En los marcadores del Camp Nou se emitió un emotivo vídeo conmemorativo en el que muchos de los jugadores que militaron en el 'Dream Team' repasaban algunas de las frases más célebres del que fuera su entrenador.

Pep Guardiola, Txiki Begiristain, Andoni Zubizarreta, Ronald Koeman, Michael Laudrup, Miquel Ángel Nadal, entre muchos otros, honraron la memoria de Cruyff, mientras muchos de los aficionados del Camp Nou se emocionaban al recordar imágenes como la final de la Copa de Europa del 1992.

Un vídeo que se mereció una larga ovación de la afición azulgrana que coreó repetidamente el nombre de Johan. En el césped, además, se colocaron dos lonas con las camisetas del Barcelona y del Ajax. La azulgrana con el 9, dorsal que Cruyff lució de azulgrana, y otra con el 14 del equipo de Amsterdam.

Mientras, en el palco de autoridades, los ocho presidentes vivos del Barcelona presenciaban el homenaje, una imagen insólita que sólo ha conseguido el padre del Barcelona contemporáneo.

Joan Laporta, Joan Gaspart, Raimon Carrasco, Agustí Montal, José Luis Núñez, Enric Reyna y Sandro Rosell se situaron, por este orden, en la segunda fila del palco. En la primera, el máximo mandatario del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, y su homónimo blanco, Florentino Pérez, estaban separados por el presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont.

Ocho presidentes que, por un día, olvidaron sus eternas diferencias, especialmente las vividas entre Joan Laporta, amigo de Johan y acérrimo a la causa 'cruyffista', y José Luis Nuñez, que en 1988 puso al holandés al frente del banquillo azulgrana. El mismo protagonista que ocho años después le cesó, provocando una fractura que todavía sigue viva en el barcelonismo.

Nuñez se sentó cerca de Rosell, el presidente que pocos días después de ganar las elecciones retiró a Cruyff la presidencia de honor que Laporta le había otorgado pocas semanas antes de dejar la presidencia. Dos maneras diametralmente distintas de ver el Barcelona unidas por Cruyff, el profeta que cambió la mentalidad futbolística de un club.