Apenas recuperados de las procesiones de Semana Santa, los españoles seguimos con un presidente en funciones cada vez más hecho al cargo (Rajoy ya ha alcanzado su obra cumbre: ser presidente, pero sin serlo realmente), con un seleccionador que a un cuarto de hora de la Eurocopa de Francia aún no sabe ni a quien va a poner de portero, ni a quien va a poner de delantero (bah, puestos sin importancia?) y con un clima de incertidumbre política que nos tiene agotados. Así que nada como retomar a los clásicos para sosegarnos, para ver que las cosas vuelven a su ser, para tener la certeza de que el río de nuestras vidas que van a dar el mar sigue su curso, para comprender los misterios de la existencia humana. ¿Shakespeare, Cervantes, Homero, tal vez? No, qué va: el Barca-Madrid, en cuatro toques:

1.- El Barca, más que un equipo. Temporadón de los azulgranas. Con la liga casi ganada, la final de Copa a las puertas y claro favorito para la Liga de Campeones, el partido se presenta propicio para que continúe el regocijo y la satisfacción catalana, «a més a més» de que la victoria pueda ser ofrendada a la memoria de Cruyff, dios padre culé todopoderoso. Su peor enemigo, la autocomplacencia de su situación y estado de forma actual. Aunque nada como la aspereza de Luis Enrique para contrarrestarla: el premio al entrenador más simpático yo creo que este año tampoco se lo lleva?

2.-Zidane, segunda oportunidad. Tras el fiasco del partido contra el Atleti, donde el Cholo le superó en todos los aspectos y no hubo apenas reacción desde el banquillo blanco, el francés vuelve a medirse en un escenario potente, y ante el peor rival posible. Otro mal partido del Madrid le pondría en el disparadero, y claramente le señalaría el camino de salida del banquillo merengue para la temporada que viene. Por el contrario, un buen resultado elevaría la moral del «entorno blanco» (ese ente abstracto y abisal) de cara a las eliminatorias de Champions, su única baza. Pero sólo con el nivel excelso de Modric y las paradas de Keylor no les llegará: el Barca no se juega (casi) nada, no tendrá presión, jugará sin prisas, no se irán arriba a lo loco. Si quiere tener opciones el Madrid necesita coger el balón, ser vertical, defender fuerte, presionar en todo el campo, estar a tope físicamente. El Madrid necesita arriesgar.

3.-Bale. A todos nos parece un jugadorazo, pero da la impresión que está perdido en la liga española, y también en su equipo. Sólo su deslumbrante gol en la final de Copa de hace dos años, corriendo como un purasangre de campo a campo mientras asfixiaba a Bartra, ha valido hasta ahora la pena. El galés necesita cuadrar un partido ante un gran rival para que el Bernabéu se crea que puede ser el sustituto de Cristiano en el Madrid del futuro. O eso, o que Florentino se lo quede como monitor para que enseñe a sus nietos a pegarle al balón los domingos por la tarde. De él depende?

4.-Neymar ¿el próximo Messi? El catálogo de regates, bicicletas, taconazos y demás recursos, deudores de la mejor herencia brasileña, que está ofreciendo este año está siendo de un nivel estratosférico. Si Romario era un jugador de dibujos animados de Disney, Neymar parece salido de la factoría Pixar, y en tres dimensiones. También da pases, mete goles, y es el contrapunto perfecto a la conducción de Messi y a la fiereza de Suárez. Y a pesar de la pinta de pasota y enclenque que gasta, no esconde nunca la cara ni la pierna y se está llevando la palma en cuanto a entradas duras de los defensores a los que saca los colores domingo tras domingo. Con veinticuatro años, ¿puede ser quien coja el relevo de Messi como estrella del fútbol mundial? Y lo más complicado ¿le dejará el argentino, o tendrá que irse a otro club? La respuesta, más que estar en el viento, parece que la tiene su padre, amenazando día sí y día también con irse con la samba a otra parte. Mientras tanto, a disfrutarlo.