Hendrik Johannes Cruijff, conocido popularmente como Johan Cruyff, nació el 25 de abril de 1947 en Amsterdam para cambiar el fútbol holandés y el del FC Barcelona, pues aunque no lo supiera acabaría siendo internacionalmente conocido por su calidad futbolística tanto como jugador como entrenador, donde dio un paso revolucionario con su 'Dream Team' para cambiar la historia de un club centenario como el blaugrana, que todavía tiene éxito basándose en sus aportaciones.

Como futbolista destacó por la belleza de su fútbol, por una plasticidad y calidad que le llevó a liderar la 'Naranja Mecánica' de Holanda que llegó a la final del Mundial de Alemania'74 donde cayeron ante los anfitriones de Franz Beckenbauer. En el FC Barcelona también lideró a un gran equipo que únicamente consiguió una Liga y una Copa del Rey, pero que cambió la manera de pensar y actuar de los 'culés'.

Pero fue como entrenador cuando consiguió implantar su filosofía de juego y hacer que en Barcelona se empezara una etapa de éxitos que, tras varios altibajos, sigue siendo vigente ahora gracias a algunos de sus pupilos. Creó de la nada, con mucho esfuerzo, un 'Dream Team' que tocó la gloria en la final de la Copa de Europa de Wembley '92. Ahí ganó el Barça su primer gran título continental, con un fútbol ofensivo y de toque que sigue caracterizando al actual equipo blaugrana, considerado como el mejor de su historia.

Hasta la llegada de Cruyff al banquillo el FC Barcelona había ganado 42 títulos en 71 años, sin ninguna Copa de Europa. Desde su llegada, incluido su legado, el Barça ha conquistado 42 títulos, los mismos, pero en 27 años. Y, de ellos, la primera de las cinco 'Champions' así como una Supercopa de Europa y una Recopa de Europa son suyas. Así como 4 Ligas, 3 Supercopas de España y 1 Copa del Rey. Un total de 11 títulos que han dado paso a 31 más.

Todo empezó con Cruyff, indudablemente. Él puso las bases, las trabajó y las cocinó con mimo para llegar a este triunfo de Wembley. Pero fueron once los títulos que ganó el Barça a las órdenes de Cruyff en ocho temporadas. Y, su mayor éxito, que hoy día, a su muerte, todos hablen bien de él y le atribuyan los títulos actuales. Si bien es cierto que no fue hasta Frank Rijkaard que se buscó en sus cimientos futbolísticos, tanto Pep Guardiola como Tito Vilanova y ahora Luis Enrique Martínez le siguieron los pasos.

El holandés es, sin duda, una de las grandes leyendas de la historia del FC Barcelona, donde convirtió en ganador a un equipo que era sufridor, y del fútbol mundial como jugador y entrenador. Con el Ajax de Amsterdam ganó ocho Ligas y tres Copas de Europa desde 1964 hasta 1973 como jugador. También fue entrenador del Ajax entre 1985 y 1988, ganando una Supercopa de Europa como título de mayor importancia.

Con el Barça, entre 1973 y 1978, disputó un total de 184 partidos y marcó 51 goles. Un vínculo que comenzó en agosto de 1973, cuando firmó procedente del Ajax, donde se había convertido en el mejor jugador del mundo pocos años antes. Con el Barça pronto coleccionó títulos y reconocimientos como su segundo y tercer Balón de Oro. Con su juego inteligente, aunque algo anárquico, se convirtió en un icono para el barcelonismo.

Tras su etapa brillante como jugador le siguió la de entrenador, y el fruto de su trabajo no se traduce únicamente en los títulos. Antes, el Milan italiano ya había dado unas grandes pinceladas de por dónde iba a ir el fútbol del futuro (contaba en sus finales con tres grandes holandeses como Ruud Gullit, Marco Van Basten y Frank Rijkkard). Pero fue con Cruyff cuando, desde el banquillo, el panorama cambió radicalmente, con equipos que llegaban a prescindir del delantero centro y que su principal actividad en los entrenamientos eran los conocidos como rondos. Cruyff hizo del fútbol una delicia a la que, además, acompañaron los títulos.

El control de balón, el sometimiento del rival a través del control casi en exclusiva de la pelota fueron sus patrones, a partir de los cuales los éxitos le acabaron por dar la razón.

A fuerza seducción logró que sus discípulos continuaron su línea y la idea de Cruyff ha perdurado en algunos equipos, especialmente en el Barcelona, hasta el presente, aunque también es verdad que con muchos matices, pues precisamente el actual equipo barcelonista es uno de los menos 'cruyffistas' de los últimos años.

A pesar de esta ida exitosa, el sello de Johan Cruyff ha sido en algunas ocasiones vulnerable, pero no por ello los equipos que lo han defendido han dejado de recibir el reconocimiento por lo atrevido de apostar por el balón y, en ocasiones, reducir las defensas en pos de poblar el centro del campo para asentarse con más jugadores en el campo contrario y en ataque por las bandas.

Cruyff ha dejado un gran legado deportivo y también intelectual, y algunas de sus frases han hecho historia, como cuando en su pulso con Josep Lluís Núñez le lanzó un dardo al reclamarle que el dinero tenía que estar en el campo y no en el banco, reclamándole más inversión y menos presumir de superávit.

Tampoco le importaba que sus equipos acabasen goleados, si el premio era marcar un gol más que ellos y ganar el partido. En el fútbol de Cruyff corría el balón, no los jugadores. Era casi un insulto que un futbolista condujese un balón sin soltarlo rápidamente para generar una acción o una duda.

Dudas también fueron las que su atropellado lenguaje causaban en las conferencia de prensa, como cuando soltó aquello de que le ponía «la gallina de piel», o cuando hizo una traducción extraña y lanzó «un palomo no hace verano».

El adiós de Cruyff ha dejado entristecida a mucha gente, que ha visto siempre en él aire fresco para el fútbol desde que apostó por el banquillo, al margen de sus batallas contra sus rivales.

En el Barcelona, donde más dejó su impronta y donde más discípulos han recogido el testigo de su legado, la tristeza es enorme por la pérdida de un personaje único, que no dejó nunca a nadie indiferente: tanto a los que le tildaban de pesetero o estaban alineados con Josep Lluís Núñez, como a los que siguen creyendo que sin él la historia del Barcelona habría que escribirla de otra forma.

Cuando en 1996 abandonó el banquillo azulgrana, en 1999 fue elegido como mejor jugador del siglo en Europa. Su vínculo fue más allá y se convirtió en una figura muy implicada con Catalunya hasta el punto de que en septiembre del 2006 la Generalitat le concedió la Creu de Sant Jordi y se convirtió en seleccionador catalán entre 2009 y 2013.

Una vez retirado centró todos sus esfuerzos en su Fundación 'Cruyff Institute' y en mejorar la situación social de muchos chicos y chicas, sobre todo con sus 'Cruyff Courts', unas pistas de fútbol que acabaron convirtiéndose también en mejoras de pistas deportivas de colegias o institutos. Así hizo todavía mayor un legado que le sobrevivirá. El cáncer de pulmón le ha ganado la batalla, pero su leyenda seguirá su curso.