Hay un fútbol sin messis, ni ronaldos, ni millones de euros. Sus jugadores no recorren el campo sobre sus piernas, sino en silla de ruedas. Lo llaman Power Chair, viene de Europa y todavía es desconocido en España. Solo hay cuatro equipos formados, en Alicante, Granada, Sevilla y Córdoba. Practican el fútbol, pero son expertos en carreras de obstáculos: tienen pocas ayudas y el material que necesitan es caro.

Es sábado, 9.30 de la mañana. El equipo Furia Alicante llega al pabellón municipal Pitiu Rochel. Hoy toca entrenamiento y los jugadores se encuentran con Juan Tomás Giménez, su entrenador y con Vicent Maciá, el presidente del club y la persona que ha hecho posible que el fútbol en silla de ruedas sea ya una realidad en España.

El Power Chair surgió en Francia en la década de los 70. Se trata de una modalidad de fútbol adaptado para personas con discapacidad física muy severa. Cuatro jugadores más el portero en cada equipo, un balón de 330 milímetros de diámetro y dos tiempos de 20 minutos cada uno son las reglas principales de este deporte que poco a poco fue extendiéndose por toda Europa. Empezó a haber competiciones internacionales pero en España nadie mostraba interés. Resulta sorprendente que en un país en el que el fútbol es el deporte rey no hubiera un hueco para que las personas con discapacidad también pudieran destacar, como sí ocurre en otros deportes. Pero en abril de 2014 Vicent Maciá fundó el primer club español, el Furia Alicante.

Vicent tiene 42 años y es comercial administrativo. Nacido en Francia, se trasladó con 16 años a Alicante. No tenía ningún familiar ni amigo cercano con discapacidad. «Tampoco me gusta el deporte, y mucho menos el fútbol», asegura. Pero le sorprendió tanto cuando lo vio por primera vez, que no entendía por qué en España no había equipos.

«Por casualidad vi un vídeo de Youtube y me llamó mucho la atención el manejo que tenían de su silla de ruedas», comenta. No dudó en empezar a buscar equipos por los alrededores para ir a ver algún partido, pero no los encontró. Ningún equipo en España pero varios españoles jugando en otros países. «No puede ser», pensó. Y se puso en contacto con la Federación Europea. «Por fin alguien se interesa por el Power Chair en España», fue la repuesta que le dieron al otro lado del ordenador. Le invitaron a su país natal para conocer más sobre este deporte y después de un fin de semana en París, donde le acogieron calurosamente para informarse sobre equipos, entrenadores y árbitros, terminó de decidirse: «Tenía que montar un equipo».

A su vuelta a Alicante, empezó a buscar financiación y gente a la que le pudiera interesar jugar. «Mandaba emails a medios de comunicación, televisiones locales, periódicos, ayuntamientos y asociaciones», recuerda. Y explica que para darlo a conocer más, organizó un evento con la Federación Internacional y la Asociación Europea de Power Chair. «Allí vinieron profesionales franceses de este deporte y acudieron a verlo varios chavales de la provincia», cuenta. A sus primeros jugadores los consiguió. La financiación no. A día de hoy sigue sin contar con el apoyo de ninguna institución pública. «He tocado muchas puertas y, por desconocimiento, no he obtenido respuesta», advierte Maciá decepcionado. Aunque han recibido alguna colaboración puntual, solo la tienda deportiva Tottum Sport, colabora con el Furia Alicante ayudándoles a cubrir los gastos que supone este deporte. Sillas eléctricas que rondan los 10.000 euros. Balones de 200. Chavales que se ven en la obligación de jugar con su silla de diario. Muchos gastos y poca ayuda. Pero nada de esto le roba la ilusión a Vicent. «Yo lo hago por ellos y solo con ver su felicidad en cada entrenamiento, me doy por satisfecho»..

Antes de empezar cada entrenamiento, toca charla con el míster. Les aconseja, trata de sacar lo mejor de cada uno para lograr un equipo más fuerte. Ellos escuchan atentos, no pierden la mirada de la pizarra de Juan Tomás pero en sus caras puede verse la impaciencia hasta que el balón empieza a rodar.

A la señal del entrenador, cada uno va a su posición y empiezan los ejercicios. Las sillas empiezan a moverse a toda prisa por la pista con un ruido que retumba en todo el pabellón. Pero tienen que parar varias veces el entrenamiento y no solo para hacer apuntes técnicos: solo uno de los ocho jugadores tiene una silla profesional. Las sillas de calle no están preparadas para el contacto que lleva implícito este deporte y resulta muy habitual ver a un jugador que se escurre y a padres y entrenadores recolocándole antes de seguir el entrenamiento. Un riesgo dentro del terreno de juego y un problema en el día a día si le pasa algo a la silla.

Así es la rutina de los Furia Alicante desde hace casi dos años. En junio de 2014 llegaron los primeros cuatro jugadores y empezaron los entrenamientos y los partidos amistosos. El equipo fue creciendo hasta ser un total de ocho: María, Noemí, Juan, Juanjo, Álex, Luis, Fernando y Esteban. Chicos y chicas de diversas edades que cada día muestran a Vicent su agradecimiento por haberles brindado la oportunidad de cumplir su ilusión.

«El promotor de sus sueños», así le define María, que explica orgullosa que «es muy gratificante tener la oportunidad de superarte cada día cuando tienes una discapacidad». Con 16 años, es la benjamina del equipo pero la fuerza, la seguridad y el carácter con el que habla se reflejan también dentro de la pista. Compagina su deporte con unos excelentes resultados en el instituto y le gustaría formarse para ser periodista. Tiene muy claro lo que quiere y dónde puede llegar. Explica con firmeza que las únicas limitaciones que tiene son «las evidentes» y que no va a permitir que nadie le ponga otras. Vicent le oye hablar y se emociona. Con brillo en los ojos reconoce que "la clave está en no hacerles creer que su silla de ruedas es un hándicap". Todos tienen palabras de agradecimiento para Vicent ya que ha logrado empezar a romper la barrera entre las personas discapacitadas y el resto de la sociedad.

Camino al Europeo

El pionero del Power Chair en España tiene claro por qué hasta ahora no funcionaba: «Hay muy poco interés hacia el deporte adaptado por el tiempo que hay que dedicarle y por lo que supone económicamente», opina. Tampoco tiene dudas de que «las mentalidades hoy en día no están 'adaptadas' y lo ven como un pasatiempo». Pero insiste en que «los que participan son deportistas y tienen que ser reconocidos como tal». No ha sido fácil, pero otras tres ciudades: Córdoba, Sevilla y Granada se han sumado ya al proyecto con un equipo cada una. Gracias a ello, se ha podido poner en marcha la otra cara de este proyecto: la de la integración social, con intercambios, convivencias y partidos amistosos en los que han aprendido la importancia del juego limpio y en equipo.

Para poner en marcha una competición nacional necesitan consolidar la red de clubes. Pero, por el momento, se ha hecho una preselección española de Power Chair. Ocho jugadores forman ya parte de ella y de momento seis serán los que irán. «Con eso tenemos suficiente al menos para arrancar», explica Vicent. El objetivo es llegar preparados al Europeo de 2018.

Más trabajo, más viajes, más entrenamientos? pero también más empeño que nunca por traspasar fronteras y demostrar al mundo entero que ellos también pueden destacar en este deporte.

Vicent Maciá ha hecho frente a muchas dificultades, pero con perseverancia y muchas horas de trabajo ha logrado sacar a flote este proyecto. «Si se quiere, se puede», anima a sus jugadores a que digan en voz alta. Él lo gritó bien fuerte.