Dado el respeto a las normas y rivales que se presupone en cualquier jugador de ultimate, la mayoría de partidos, incluyendo encuentros internacionales o campeonatos continentales, se disputan sin un árbitro. Ambos equipos regulan el juego llegando a acuerdos mediante el diálogo cada vez que surge algún tipo de disputa. El espíritu deportivo de cada jugador debe guiarle a ser honesto y explicar lo que cree que pasó, pero también a admitir que puede estar equivocado y no mantener cerradamente una postura sin escuchar al rival. Un jugador que nunca dé su brazo a torcer y siempre mantenga sus versiones, o se enfade si se decide que debe perder el disco, probablemente ganará los lances en los que esté involucrado, pero perderá el respeto de rivales y compañeros, y su equipo obtendrá una baja puntuación de Spirit, lo que acaba perjudicando a aquellos con quienes juega. Al fin y al cabo, si se juega a ultimate es para divertirse, pasarlo bien y conocer gente nueva, y no hay mérito en derrotar al equipo contrario si, para lograrlo, hemos olvidado el espíritu del juego. P. T.