Cristian espera sobre el liso terreno. A su izquierda y a su derecha, sus compañeros se preparan para lo que viene. Enfrente, sus rivales agitan sus armas y se dan ánimos entre sí.

Cuando llega la señal convenida, Cristian empieza a avanzar hacia sus contrincantes. Tiene en sus manos su kette, una larga cadena rematada por una bola, y comienza a girarla, de modo que la esfera da vueltas a su alrededor, lista para impactar contra quien ose entrar en el área a su alcance. Tanto en su bando como en el otro comienza una frenética actividad, una lucha en la que todos intentan golpear a los demás con espadas, bastones, y armas más exóticas como el Q-Tip (una vara con remates en ambos extremos).

Un rápido movimiento de su cadena golpea a un rival, que acaba en el suelo. Cristian realiza un ágil giro y extiende al máximo la longitud de su arma, eliminando a otro de sus contrincantes. Sin tiempo para descansar, busca su siguiente objetivo, pero nota cómo algo choca con su espalda. Alguien se ha colocado detrás de él mientras combatía, y ha aprovechado para atacarle desde su punto ciego. Con una mueca de molestia, Cristian reconoce que lo acaban de coger por sorpresa, de modo que se agacha, tal y como mandan las reglas del jugger, y espera pacientemente a que las señales sonoras que se producen a intervalos regulares marquen el momento en el que se podrá levantar y reincorporarse al partido.

¿Parecía la descripción de una batalla? Eso es porque el jugger es un deporte que combina elementos de la lucha medieval con armas acolchadas y el rugby. El objetivo del juego es llevar una pelota, llamada jugg, hasta la base del rival. Sólo uno de los jugadores, el corredor, está autorizado a tocar el jugg con sus manos. El resto de participantes se dedican a intentar tocarse mutuamente con sus armas, lo que obliga al eliminado a permanecer agachado y sin moverse durante unos segundos. Esto, por supuesto, incluye al corredor, de modo que el equipo tiene la doble función de detener al corredor rival mientras protege al propio. Esto configura una sucesión de rápidas acciones a lo largo de todo el campo, ya que nadie puede quedarse mirando cómo juegan los demás sin que el equipo en su conjunto acuse esa inactividad. Cuando uno de los corredores consigue llegar hasta la base contraria y depositar en su interior el jugg, su equipo se anota un punto y se reinicia el partido con el saque inicial. El tiempo se marca mediante unos dispositivos que emiten una señal acústica (llamada intervalo o piedra) cada 1,5 segundos. Un juego completo puede durar 80, 100 o 150 intervalos.

Competición

La Asociación Alicantina de Jugger (AAJ) existe desde 2012 y ha promovido numerosos eventos y ligas desde entonces. El pasado diciembre Alicante acogió la primera edición de la Master's Cup española, con la participación de equipos provenientes de Murcia, Valencia, Galicia o Madrid, además de conjuntos de la provincia venidos desde Almoradí o Santa Pola. El torneo, de un alto e igualado nivel, tuvo una final murciana, en la que el equipo Tercios Españoles se alzó con el trofeo.

Miguel Ángel Ruiz, de la AAJ, cifra en aproximadamente un centenar el número de jugadores de jugger que hay en la provincia de Alicante, y ha llegado a haber una quincena de equipos activos. Admite que, aunque los dos últimos años hubo un gran crecimiento de aficionados, 2015 ha sido flojo.

A nivel competitivo regional, la Liga de Levante celebra 8 torneos con sede variable entre Alicante, Cartagena y Murcia. Los resultados de cada campeonato se computan en una clasificación conjunta que da un vencedor a final de temporada. Desde la AAJ preparan otro encuentro a nivel nacional para celebrarlo en torno a mayo.

Además, los días 20 y 21 de febrero se llevará a cabo en Molina de Segura (Murcia) la IV Winter Cup, en la que ya están inscritos 34 equipos de toda España, incluyendo a los alicantinos Desertores (Elche), Ninjas (Almoradí), Seal's soul (Elda-Petrer), Team Hunters (Elda), y Valkyr Team (Elda).