No hace mucho el golf era un deporte muy minoritario, los clubes eran entes privados a los que solo podían acceder sus socios, tenían control de acceso. Era habitual que los caddies que en ellos trabajaban, a base de experiencia y mucho sacrificio, terminasen siendo profesores de golf. Tiempos en los que la habilidad en el juego de unos pocos consiguieron poner al golf en el mapa español y mundial. Jugadores y maestros como: los hermanos De Miguel; Ramón Sota; Valentín Barrios; José María Cañizares; Antonio Garrido; Manuel Piñero; José María Olazabal; José Rivero; y, el más grande de todos, Severiano Ballesteros, contribuyeron a popularizar el golf español.

Pero, ¿cómo se puede definir el golf? Deporte, industria, salud, juego..., puede que un poco de todo. Es una gran industria, turística deportiva capaz, dependiendo de la zona a la que nos refiramos, de aportar un porcentaje muy alto a su riqueza y por tanto a su producto interior bruto (PIB). A pesar de ello, no tiene la consideración necesaria y, lo que es peor, no se nos escucha en casi ningún foro, ya sea económico (caso del IVA), social y laboral (donde se nos ha impuesto un convenio colectivo donde se incluyen otras actividades deportivas como gimnasios, actividades acuáticas, vela, etcétera).

Es la hora de que nos quitemos la careta y digamos sin pudor «yo también juego al golf».

No es un deporte caro, lo era antes cuando para poder jugar se tenía que ser socio propietario de un club de golf. Pero con la llegada de los campos comerciales esto se ha acabado. Ahora se puede ser abonado, que no propietario, y disfrutar al máximo (por un importe anual, semestral o diario) de un deporte como pocos que permite divertirse en plena naturaleza. El abono a un gimnasio de tipo medio viene a costar lo mismo que el que se pide en muchos campos de golf de España. En cuanto a la equipación, solo es imprescindible un calzado apropiado que evite lesiones. Los demás consumibles se pueden adquirir desde muchos puntos diferentes ya sean nuevos o no tanto.

Deportes más caros que el golf y que sin embargo no tienen que demostrar cada día sus bonanzas, son la caza, el esquí, y así unos cuantos más. Lo mejor del golf está en que se puede practicar desde muy niño hasta muy avanzada edad. Además, permite jugar en solitario, pareja o en familia. Es posible ver al abuelo jugando contra su nieto o, más aún, se puede jugar contra todo un auténtico número uno.

Ante todo lo señalado, vemos que tiene más cosas a favor que en contra. El golf español es más conocido fuera de nuestras fronteras que dentro, llegando a ser olímpicos de nuevo este año en Brasil.

Lo dicho, ya va siendo hora de que todos sin excepción, dirigentes de todo tipo, políticos y los propios practicantes de este maravilloso deporte nos quitemos la careta y manifestemos abiertamente y sin vergüenza: «yo también juego al golf».