«Juventud, divino tesoro», es uno de esos dichos que bien podrían definir a la torrevejense Sandra Alonso Domínguez, que pese a haber nacido en México por circunstancias familiares, ha vivido en la ciudad de la sal prácticamente toda su vida.

Tiene 17 años y su hiperactividad asombra, ya que compagina el ciclismo con sus estudios de segundo de bachillerato, pero además ha tocado la percusión en la banda de la Unión Musical Torrevejense y también sabe tocar la guitarra. Con los pies en el suelo y una amplia sonrisa, desde su espigada altura, frisando el metro ochenta, que le hace parecer aún más madura que lo que es, dice que «me gustaría cursar alguna ingeniería».

Se inició en la escuela municipal de ciclismo de Torrevieja, la cual se creó aproximadamente hace una década con el impulso de una serie de padres que veían condiciones en una hornada de jóvenes como la propia Sandra, Manuel Peñalver, Maite Hernández o Esperanza Paredes por citar algunos. Bordeando ya la mayoría de edad, o superándola por poco, como Maite, estos jóvenes han cosechado buenos resultados, y en el caso de Sandra, su espectacular año 2014, su último de categoría cadete (sub '16), le sirvió para entrar por primera vez en el programa FER, cuya ayuda ha obtenido por segunda temporada. En aquel ejercicio obtuvo un aluvión de oros nacionales, destacando por ejemplo la primera posición individual en el Campeonato de España de fondo en ruta.

En 2015, ya en categoría juvenil, los resultados esperanzadores siguieron acompañando, lo cual ha renovado la confianza de este proyecto en ella, brindando tanto apoyo económico como la posibilidad de asistir a charlas y sesiones que aumentan su formación deportiva. En este sentido, Sandra destaca que los expertos del programa están pendientes de lo que pueda necesitar, y confiesa estar «encantada y sorprendida con las charlas de psicología deportiva», un ámbito que le esta cautivando, lo cual no es de extrañar, porque se necesita una considerable fortaleza mental innata para conseguir, y hacerlo de forma brillante, y sin poner cara de excesivo esfuerzo, el gran número de retos personales y deportivos que esta torrevejense va acumulando, sin descuidar sus exámenes, en los que suele obtener buenas notas.

Este mecenazgo deportivo, que va en la búsqueda del deportista y le exige un código ético, exime a estas jóvenes promesas de la infructuosa búsqueda a la inversa, es decir, la del competidor desesperado que va a la caza y captura de la empresa porque teme que sus mejores años deportivos queden sin sustento económico.

Sin duda, esta vertiente del proyecto FER hará crecer deportivamente a la torrevejense, que con humildad reconoce que le haría una gran ilusión prepararse en un futuro para acudir a una olimpiada. No en vano, no es un objetivo inalcanzable, y de hecho, ayudar a los candidatos a protagonizar este sueño olímpico es una de las premisas de este singular y moderno programa de ayudas, que se estructura en varias áreas por edades: élite, promesas y vivero, siendo esta última la de más temprano desarrollo, y en la que está encuadrada Sandra, que mirando al futuro explica, destilando una madurez impropia de su edad, que «lo de acudir a unos Juegos Olímpicos lo veo lejano, pero no imposible. Eso sí, aún queda mucho. En la olimpiada hay ruta, crono y pruebas de pista. A lo largo de mi entrenamiento deportivo no sé cómo evolucionará mi rendimiento en crono y pista, pero por ahora en ruta me encuentro cómoda». Indicios positivos no faltan, ya que en el mencionado y exitoso 2014 también sus piernas le impulsaron hasta conquistar el Campeonato de España cadete en persecución individual y scratch en pista, así como Campeonato de España por equipos tanto en fondo como en velocidad.