La selección española femenina de balonmano encajó su primera derrota en el Mundial de Dinamarca, tras caer ayer por 28-26 ante Rusia, en un encuentro en el que el conjunto español pagó cara la mala gestión de las superioridades numéricas en la segunda parte.

España fue incapaz de aprovechar las cuatro exclusiones consecutivas con las que fue castigada Rusia mediado el segundo tiempo. Ni con hasta dos jugadoras más sobre la pista, el conjunto español fue capaz de dar el golpe definitivo (21-21) a una selección rusa entre las máximas favoritas. Una oportunidad perdida que condenó a España a vivir el peor escenario posible en los minutos finales del partido, en los que el juego se transformó en un intercambio continuo de lanzamientos lejanos que, como era previsible, se decantó del lado de las de Evgeniy Trefilov. Los latigazos de Vladlena Bobrovnikova y, sobre todo, de Irina Bliznova, máxima realizadora del partido con siete tantos, apenas encontraron respuesta en los goles de Nerea Pena y Alexandrina Barbosa por parte de un equipo español, que no pudo contar en los minutos finales con una de sus principales armas ofensivas, la lateral Marta Mangué, lesionada.

Un lastre, que unido al bajo momento de forma de Macarena Aguilar, que aún sigue arrastrando su traumático y fallido paso por el Rostov-Don ruso, que a punto estuvo de poner fin a su carrera, impidió a España seguir el ritmo goleador de una Rusia, que a falta de tres minutos para la conclusión (27-24) ya se había asegurado la victoria.

De hecho, sólo el coraje del equipo español impidió que la selección rusa lograse un marcador más contundente, que no hubiera hecho justicia al juego, especialmente en la primera parte, del conjunto español, que pese a la derrota, demostró que tiene argumentos para volver a soñar con hacer algo grande. La solidez defensiva que mostró la selección española en la primera mitad, en la que ni las numerosas exclusiones lograron mermar la intensidad de las de Dueñas, debe de ser el punto de partida del crecimiento.