El Real Madrid aplacó la tormenta de Cádiz con una goleada ante el Getafe, un equipo amigo que perdió 4-1 y que dio muchas facilidades a los hombres de Rafael Benítez, necesitados de una victoria contundente para recuperar la calma tras dos semanas convulsas que culminaron con el asunto Denis Cheryshev.

El conjunto blanco tenían el deber de ofrecer una buena imagen ante su público, afectado por las noticias de un club al que aún le queda mucha temporada para recuperar el pulso en el terreno de juego, donde realmente están todas las cartas sobre la mesa.

Si la maquinaría del fútbol es perfecta, es más fácil olvidar otros problemas ajenos al césped. Si esa no carbura, los asuntos engorrosos siempre pueden centrar todos los focos.

Por eso, el choque ante el Getafe era vital por varios motivos: hacer olvidar a la afición del Bernabéu el 0-4 del Barcelona, dejar atrás la alineación indebida de Cádiz y ahuyentar los problemas de Benzema.

Esa era la premisa. Cerrar temas con fútbol. Y, uno de los protagonistas, Benzema, se agarró a esa premisa con rapidez para cerrar con goles los silbidos que recibió su entrenador cuando sonó su nombre por megafonía antes del pitido inicial de Mateu Lahoz.

El Getafe tuvo que adelantar un poco sus líneas para ir a por el empate y el remedio fue peor que la enfermedad. Con espacios, y con el buen gobierno de Luka Modric, James Rodríguez y Toni Kroos, Benzema, Cristiano y Bale fueron lanzados a por la goleada. Ese pequeño paso adelante provocó los goles del galés y del portugués.

El Getafe consiguió mitigar el dolor en una segunda parte más floja de los blancos, que tuvieron que sacar un balón de su portería tras un cabezazo de Alexis Ruano a la salida de un córner.