Keylor Navas fue fusilado al atardecer. Siguiendo la frase que hizo popular Vicente Boluda, breve presidente del Madrid, esto fue un chorreo. No sólo fue dolorosa la derrota para los madridistas, que fue para ir a llorar a Los Paúles como manda la tradición, fue humillante el modo en que se produjo. Hubo más impotencia en el equipo madridista que reacciones positivas. Hubo desesperación en algunos momentos que derivaron en entradas impropias de jugadores de tantos dineros y «glamour».

En Madrid y Barcelona hablar de crisis es cuestión de horas. Bastan dos derrotas para magnificar lo sucedido. El Madrid ya había apuntado tal situación anímica contra el Paris Saint Germain y ante el Sevilla. En el vestuario ya habían sonado palabras de inconformismo con el entrenador. En el Bernabéu hubo pitos a los futbolistas y al entrenador y en la escalada de disconformidades lo acabó pagando el presidente Florentino Pérez.

Ya no hay complacencias totales con Cristiano que lleva varios partidos ausente. Ya no hay ilusión con que Bale, que es más joven, le sustituya en el liderato de la plantilla. Ya está Rafa Benítez en la picota. Ya hay pocas gentes que crean en él. Se está afianzando esa frase atribuida a Cristiano, y dirigida al presidente, según la cual con este entrenador no se va a ninguna parte.

Desde mi punto de vista Rafa Benítez puede ser exonerado de muchas culpas. Tanto él como su antecesor, Carlo Ancelotti, se van visto en la obligación de alinear la denominada BBC. Y está demostrado que Bale, Cristiano y Benzema juntos no favorecen el juego dominante del partido. Son tres que ayudan muy poco en labores defensivas. Son tres que necesitan buenos abastecedores de balones y con tres por detrás no siempre pueden gozar de ventajas.

Contra el Barça se demostró una vez más que sin un centro del campo nutrido, en el que además Kross está en baja y Modric no puede con todo, el balón no se posee. Los barcelonistas manejaron la pelota desde el comienzo. Marcaron el ritmo del juego cuando quisieron. Ralentizaron el balón en el centro y salieron con rapidez al contragolpe. Hubo minutos de desesperación para los espectadores.

El Barça de Luis Enrique, a principios de temporada, pasó por momentos de indefinición porque se había perdido el toque. Finalmente, se ha visto que el sistema es complejo. Se ajusta a dos niveles. El del contragolpe rompe con el pausado y a veces empalagoso toque. Con los escarceos por las bandas y Neymar y Suárez pletóricos, Messi no ha sido ausencia que lamentar constantemente. Han suplido las genialidades del argentino con sus arranques meteóricos.

El resultado fue el propio de un conjunto, de un equipo con juego solidario, que dominó cuanto quiso a once individualidades.