Isinbáyeva, doble campeona olímpica (2004 y 2008) y bronce en los últimos Juegos, aspiraba a despedirse tras su maternidad con un nuevo oro en la ciudad brasileña, pero la suspensión provisional del atletismo ruso pone muy en entredicho sus planes.

El presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, lo ha dejado bien claro que «si los atletas (rusos) no pueden participar en ninguna clasificación, entonces la situación es clara: si no te clasificas, no puedes participar en los Juegos».

Si la zarina de la pértiga no puede competir en los certámenes invernales que tiene previsto, según dijo a Efe su entrenador, Yevgueni Trofímov, en París y Estocolmo, ni en los Mundiales de pista cubierta de Portland (EEUU), difícilmente competirá en Río.

Trofímov instó a la IAAF a hacer una excepción con su pupila y con los muchos atletas rusos que nunca han consumido sustancias prohibidas, ya que «no deben pagar justos por pecadores«.

La propia Isinbáyeva lo dice en su carta: «Durante toda mi carrera deportiva trabajé con honradez, entrené, gané mundiales y olimpiadas, marqué récords. Todas mis victorias fueron limpias, justas y merecidas».

La pertiguista, autora de 28 récords mundiales, y el resto de atletas rusos «limpios» podrían competir bajo la bandera del Comité Olímpico Ruso durante los próximos tres meses, según el ministro de Deportes, Vitali Mutkó.

Trofímov, quien recuerda que «Yelena está limpia y es sometida a continuos exámenes y pruebas antidopaje», fue más allá y no descartó incluso que Isinbáyeva pueda competir en Río bajo la bandera olímpica.

No obstante, la propia atleta lo puso hoy en duda: «No estoy segura de que sea posible competir bajo la bandera olímpica. Sobre esto se está hablando ahora entre los círculos deportivos, pero nadie sabe nada en concreto».

Al respecto, Bach no quiso especular, aunque el actual presidente de la IAAF, Sebastian Coe, sí pudo competir en los Juegos de Moscú en 1980, pese que Londres apoyó políticamente el boicot occidental por la invasión soviética de Afganistán. «¿Por qué los que son como yo deben sufrir por los errores de deportistas irresponsables que optaron por consumir sustancias prohibidas? Me gustaría dirigirme a la IAAF para que investigue de manera más objetiva cada caso por separado», agregó.

La plusmarquista mundial tiene grandes esperanzas en volver a subirse en los más alto del podio, ya que, según su entrenador, está plenamente recuperada tras dar a luz y está lista para saltar por encima de los 5,15 metros.

«Después del nacimiento de mi hija me costó grandes esfuerzos volver al deporte. Pero mis seguidores me imploraron que regresara. Creyeron en mí», dijo y expresó su confianza en saltar en marzo en los Mundiales de Portland. Isinbáyeva no es la única afectada entre los atletas con posibilidades de luchar por la victoria en los Juegos, ya que la actual campeona olímpica en salto de altura, Anna Chicherova, también podría verse privada de la oportunidad de reeditar el título.

También tendrían oportunidades de colgarse el oro la saltadora de altura María Kúchina, campeona mundial este año en Pekín; al igual que la nueva promesa de la velocidad europea, Serguéi Shubenkov, campeón mundial en los 110 metros vallas.

Una maniobra política

«Es una maniobra política. Alguien quiere castigar a Rusia. Sea como sea, no veo razón para el pánico. No me creo que los atletas rusos no compitan en Río. No me lo puedo ni imaginar», señaló Rostislav Orlov, comentarista y antiguo portavoz de la Federación Rusa de Atletismo (FRA).

Recordó que, una vez retirado, el legendario velocista norteamericano Carl Lewis, nueve veces campeón olímpico, reconoció que había consumido sustancias prohibidas y, en cambio, nadie tomó acciones contra Estados Unidos.

En vez de repetir las pataletas de algunos funcionarios y diputados rusos, la prensa deportiva ha instado a Mutkó a adoptar medidas para evitar la vergüenza que supondría que una de las mayores potencias del mundo se quedara sin Juegos.