El duelo de los banquillos en el derbi madrileño adquiere con la llegada de Rafa Benítez al madridista, un cariz más táctico, en un duelo de amantes de la estrategia con el argentino Diego Pablo Simeone, en el que el bloque está por encima de las individualidades y el equilibrio es el objetivo.

A Benítez y Simeone les une una pasión, «enfermos» del fútbol y la estrategia, del estudio del rival, expertos en armar sus equipos en función de las cualidades del que se enfrentan manejando con habilidad varios sistemas que sus jugadores conocen de memoria tras adquirir cada uno de los automatismos en horas de trabajo.

El derbi madrileño mide la fuerza de dos bloques armados. Desde la solidez recuperó su grandeza el Atlético con la llegada de Simeone para ir dejando un reguero de títulos en su camino y volver a competir mirando a los ojos de Barcelona y Real Madrid. El vecino de Concha Espina gana equilibrio con Benítez, obsesionado en que su equipo nunca se parta y que la defensa sea un trabajo compartido que se inicia desde los delanteros.

Atlético y Real Madrid son bloques sólidos en los que sus entrenadores, pese a disponer de los mejores jugadores del mundo en sus puestos, insisten en que el grupo está por encima de las individualidades. Fue la premisa de entrada de Benítez en la «casa blanca», aunque el paso del tiempo le va invitando a un mimo a su estrella, Cristiano Ronaldo que exige un trato especial.

Simeone hizo crecer a su Atlético de Madrid con las líneas muy juntas, convenciendo a jugadores nacidos para atacar que para triunfar también hay que defender, consiguiendo que esa doble virtud sumada a un espíritu de grupo y sacrificio acabase dando forma a un «ejército» de fieles jugadores que enganchan por entrega con la grada. Su nuevo proyecto pierde estabilidad por momentos.