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Otro fraude en el deporte

La OAMI estima pérdidas de 500 millones ocasionadas por falsificaciones de material deportivo en la Unión Europea

Deportes como el baloncesto y el fútbol siempre están presentes en la sociedad, de una manera u otra. Ahora se atraviesa un pico fuerte con la final del Eurobasket y el inicio de la Champions. Como el caramelo es goloso aparece el fraude con la fabricación de balones y otros elementos para la práctica deportiva para ser vendidos en el mercado negro. El Observatorio de la Oficina Europea de Patentes (OAMI) se percató de esa circunstancia y se centró en investigar desde 2007 a 2012 el coste que supone la falsificación de los objetos deportivos en la Unión Europea.

El estudio, elaborado con encuestas e investigación, acaba de ver la luz. El foco del análisis se dirige a la fabricación de pelotas, porterías, raquetas, esquíes, patines, tablas de surf, aparatos de gimnasia, arcos... No incluye zapatillas, camisetas y bicicletas. El dato más llamativo apunta que las empresas pierden alrededor de 500 millones de euros de ingresos directos al año por estas prácticas. Ello supone el 6,5% de las ventas de un sector que domina Italia con un 20% de la industria, seguido de Alemania y Francia. Entre los tres aglutinan 55% del mercado. «España no se encuentra entre los países más productores de estos artículos deportivos», reseña Carolina Arias Burgos, economista y representante española que ha colaborado en el estudio. Sin embargo, ello no impide que España deje de ganar 76 millones en ingresos directos y sea el segundo país más afectado tras Francia (Italia, tercero). El informe, enriquecido por Eurostat, estima que la pérdida de empleo se eleva a 2.800 puestos de trabajo. Si se añaden los efectos en cadena en otros sectores, las cifras aumentan por pérdidas indirectas. «A modo de ejemplo, una empresa que trabaja con artículos de surf pierde dinero al ser copiada. Ese es el origen de la cascada de las no ganancias», comenta Luis Berenguer, jefe del Servicio de Comunicación de la OAMI. Según detalla el informe, las consecuencias colaterales (transporte, publicidad, proveedores...) equivalen a 350 millones.

En el marco laboral indirecto, la cifra rondaría los 5.600 empleos. «El concepto de puesto de trabajo conlleva una dualidad: sitios que se dejan de crear por un plan de crecimiento que se había proyectado y gente que se echa a la calle», ahonda Berenguer.

Volviendo atrás. ¿La gente es consciente de lo que significa el término «propiedad intelectual»? El 75% de los ciudadanos de la UE afirma tener conocimiento. Aún así, un tercio de europeos percibe las falsificaciones bajo un prisma favorable. Es decir, existe una conducta indescifrable en la población que complica concretar informes más precisos. Donde sí queda claro es que la edad es un factor clarificador. El 49% de los encuestados entre 15 y 24 años considera correcta la falsificación y la contempla como «un acto de protesta ante la economía del mercado y las grandes marcas premium». Como rebelde, España figura a la cabeza en falsificaciones. «Padecemos copias de producto y, lo más preocupante, copias de sistemas de seguridad de mesas de ping pong», reconoce Saúl Navarro, director general de Enebe. La OAMI ya se ha puesto manos a la obra para difundir esta realidad por centros educativos. «La idea es llamar la atención de lo que se pierde», apostilla Pilar Arias. En ese camino se pretende concienciar de que la creatividad tiene un valor.

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