Se le detectó un tumor maligno en el testículo. Más de medio año mantuvo una lucha contra el cáncer. La temporada pasada ya empezó a integrarse en la dinámica del Club Waterpolo Elx, pero no como uno más. Ahora, Francisco Javier Torres afronta, más fuerte que nunca, la que denomina «mi temporada».

¿Cómo comenzó todo?

Hace dos campañas, durante la pretemporada, noté que algo en mi organismo no funcionaba correctamente; me dolía muchísimo el testículo. Al principio el especialista me dijo que no era nada...Y en la disputa de un partido padecí un fuerte dolor en el mismo y no pude continuar el encuentro. En la ecografía se me detectó que era un tumor.

¿Qué momentos fueron los más duros durante ese período?

La primera noticia que recibo, sin ninguna duda. Fue muy duro. Me intuía algo, pero nunca pensé que fuera algo de semejante calibre. Ver competir a mis compañeros y no poder hacer nada, sumado a que se me comunicó que tenía que pasar por una segunda operación, fue difícil de asumir.

¿Temió que no pudiese practicar deporte nunca más?

Tuve miedo de muchas cosas. Estoy tan enamorado de este deporte que, lógicamente, pasé miedo de no poder jugar nunca más. La temporada que estuve apartado de las piscinas nos jugábamos el ascenso a Segunda Nacional, y mientras que estaba en el proceso de la quimioterapia me marqué como objetivo jugar esa fase de promoción. Finalmente salió todo rodado y jugué para ayudar al equipo a la consecución del ascenso. La verdad que fue un estímulo muy grande.

¿Ha sido el waterpolo una motivación para salir de ese túnel tan oscuro?

El waterpolo me dio la vida; ese es mi lema. Ha sido el máximo aliciente, sin lugar a dudas. El apoyo de mi familia y amigos fue vital para mi recuperación, si bien lo que más me ayudó fue marcarme en rojo el objetivo de llegar a la fase de ascenso. Me motivaba para ir a la quimioterapia cada día; para comer diariamente; y para la toma de defensas. Llegó hasta tal punto el reto que cuando me comunicaban que si no quería ir por cansancio, yo no cesaba en el empeño y acudía.

Tras esta situación tan compleja ¿ Cómo afronta su futuro? ¿Ha cambiado su pensamiento?

La enfermedad me ha cambiado en el sentido de planteármelo todo. No sólo ves las cosas de la vida con un valor más humano, sino que los objetivos cambian. En el waterpolo avisté mi futuro. Ahora tengo muy claro lo que quiero ser: entrenador de waterpolo. Aunque antes quiero exprimir y disfrutar mi etapa como jugador al máximo.

¿Cuánto nada a diario?¿ La enfermedad le condicionó mucho el entrenamiento?

Ahora, durante la pretemporada, entrenamos una media de seis horas diarias; en la temporada tres horas y media. A comienzos de la pasada campaña sí que me condicionó un poco porque no estaba físicamente bien, pero este año me encuentro muy bien y no noto absolutamente nada. Esta temporada será la mía.

¿Para quién será su primer gol?

Tengo muchas personas en mi cabeza, aunque si tengo que elegir a una, es mi madre. Peor que tener cáncer, es tener un hijo que lo padece. Ella ha sufrido mucho más que yo. Mi madre traspasó su negocio para poder cuidarme. Por tanto, sin madre yo hubiese sido posible. No puedo decirte lo que quiero a mi madre, porque ni yo mismo lo puedo calcular.

Una vez integrado con normalidad en el equipo, e incluso es capitán del mismo ¿Qué objetivo se marcan?

Disfrutar al máximo, si bien está claro que lucharemos por quedar lo más arriba posible en la tabla. La verdad que esta temporada será larga. Este fin de semana fuimos a Albacete; el siguiente vamos a Murcia hasta el día 10 de octubre que iniciemos la Liga.

En una competición tan complicada como es la Segunda Nacional ¿Cree que el equipo se ha reforzado bien para mejorar la marca del año pasado?

Este año hemos incorporado a personas que serán importantes. Por un lado hemos incorporado a Analdo Valdivieso, un portero de garantías; y por otro lado, dos venezolanos: Hugo y Antonio Virela. Seguro que nos ayudarán a conseguir los objetivos.